Siempre es más fácil entrarse a trompadas que buscar una solución conversada. Siempre es más fácil, apretar el botón, abrir la caja de pandora, y desaparecer de la faz de la tierra una ciudad, un país, una nación, que enviar a un montón de diplomáticos a que se sienten por horas para dirimir las diferencias. En los siglos pasados imperaba la fuerza y no la razón.En ese mundo Venezuela enfrentó dos guerras civiles: la guerra de Independencia, en la que hasta 1817 pelearon venezolanos pro-monarquía, y venezolanos pro-independencia.
Así pasó. Arturo Uslar Pietri (+) aseguraba en una entrevista con Roberto Hernández Montoya que esta pequeña excolonia liberada en la que hoy vivimos, “tuvo la guerra de independencia más larga de América del Sur y más costosa, perdió, entre muertos y emigrados casi la tercera parte de su población que era muy pequeña, de unos setecientos mil habitantes”. ¿Sacaron la cuenta? 250 mil fallecidos o desplazados.
Otra vez la barbarie. Tan solo 29 años después de la independencia nos fuimos de nuevo a las manos. La guerra Federal, que definió el camino político del país, fue un verdadero fraticidio (asesinato entre hermanos) protagonizado por venezolanos pro-conservadores y venezolanos pro-liberales. Entre 1859 y 1863 murieron más de 100 mil personas, la mayoría hombres y el campo fue arrasado y mermado.
Vale la pena. Sólo por no repetir el siglo de la Fuerza bruta en Venezuela vale la pena las mesas de negociación y diálogo. Vale la pena deleznar la polarización y premiar la democracia. Vale la pena recordar que verdaderos enemigos, pueblos y parcialidades que no tenían nada en común, asumieron esta tarea con menos garantías, con más odios y más cosas que saldar, y aun así lograron un acuerdo mutuo que benefició a ambos. Los ejemplos: Vietnam y Estados unidos, India e Inglaterra, La URSS de Lenin y los Estados Unidos de Franklin Delano Roosevelt para derrotar a la Alemania Nazi y El Salvador para salir de la guerra civil, son ejemplos que deberíamos tener muy presentes, todos los venezolanos, para construir el país del futuro.