Polémicas intelectuales, antropólogos y Yanomamis

Polémicas intelectuales, antropólogos y Yanomamis

Esta entrega ha sido construida en el marco de la asistencia a un seminario en la universidad Paris 8 en Paris sobre las formas de vida de la comunidad Yanomami, entre Venezuela y Brasil.

Cuando yo asistía a clases de antropología en la UCV en los primeros años del año 2000 las diferentes polémicas sobre cómo se aborda el estudio de esta comunidad indígena parasitan constantemente los estudios serios de muchos investigadores, tanto venezolanos como brasileños y de otras nacionalidades.

Este grupo indígena ha estado desde hace décadas expuestos a todo tipo de representaciones, que pasan de ser desde una suerte de seres completamente violentos y malignos hasta una suerte de representación de la bondad pura, muy rara vez, en la cultura popular criolla de ambas partes de la frontera, los yanomamis son considerados por lo que son realmente y muy pocas veces respetados en su forma de vida.

Por esta razón decidí hacer un pequeño recordatorio de las polémicas más álgidas que han surgido en torno a este grupo étnico. Polémicas que implican investigadores directamente, datos etnográficos contradictorios, y una falta monumental de una voluntad política seria de la parte de estado para mejorar ciertas condiciones de vida de nuestros indígenas.

Como venezolana, estudiante en ciencias sociales, he podido constatar con cuanta fuerza el Amazonas atrae y fascina todo tipo de aventureros, exploradores, científicos y antropólogos.

El Caso Chagnon:

El primer caso álgido de polémica en el estudio de los yanomamis, fueron los datos etnográficos de Napoleon Chagnon[1], quien describió en su libro los Yanomamis como un pueblo violento, caracterizado por hacer diferentes tipos de agresiones, por asaltos guerreros de grupos antagonistas, así que violaciones grupales, infanticidio y combates organizados.

Es bien conocido el hecho que los Yanomamis son un pueblo semi-nomada, instalado en Amazonas entre la frontera de Brasil y Venezuela. Son fundamentalmente cazadores-horticultores, viven insertos en la foret humeda, y han vivido hasta hace muy poco tiempo apartados del mundo occidental.

Sin embargo el Caso Chagnon resuena fuertemente debido a su interpretación de la cultura yanomami, que poco a poco fue desprestigiándose, ante las críticas de otros antropólogos y especialistas. Así en el medio de la antropología, y especialmente en la antropología en Estados Unidos los yanomamis eran conocidos:

«  el medio conocia los indios yanomamis como un « pueblo feroz » asesinos, grandes consumidores de drogas alucinógenas, violadores de mujeres, eran los últimos representantes en el mundo de tribus guerreras de la edad de piedra » [2] (Good, 1992, p. 19)

El caso de este antropólogo es llamativo puesto que Chagnon es autor de varios artículos que fueron utilizados por el lobby, tanto venezolano como brasilero, para desprestigiar el movimiento de representación indígena en la Asamblea Nacional. Asimismo, estos artículos también fueron utilizados por el lobby de empresarios que realizaban expediciones en el Amazonas en búsqueda de minerales y de oportunidades de inversión.

Caso Good.

Durante su trabajo de campo, Kenneth Good,[3] (entonces estudiante de doctorado en antropología, bajo la tutela de Chagnon) se casa bajo las reglas yanomamis con una joven yanomami que le fue prometida durante su trabajo de campo. En su libro autobiográfico: “Into the heart. One Man’s pursuit of Love and Knowledge Among The Yanomama”[4], Good deja ver varias pistas antropológicas que conciernen principalmente su estudio sobre el consumo de proteínas.

Inicialmente este estudio debía probar la tesis de Chagnon, la cual intentaba explicar que la violencia entre los Yanomamis se explicaba a través su ferocidad innata, o si más bien se aproxima de la tesis de Marvin Harris sobre los tabúes alimentarios:

Se puede decir que con Marvin Harris, la guerra de los Yanomamis es una forma de mantener las comunidades dispersas con el fin que la densidad poblacional en un espacio dado no sobrepase los insumos disponibles de presas?; O bien Napoleon Chagnon tenia razón en afirmar que la guerra yanomami no tenia nada que ver con la escasez de recursos proteínicos, sino que es explicado por la ferocidda innata de los indios?[5] (Good 1992 p 56)

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Fundamentalmente en este libro Good explica la organización del sistema yanomami a través de sus encuentros y desencuentros con Yarima. Debemos recordar que Kenneth Good se casa con Yarima, no solo bajo las reglas yanomamis, sino también ante el Estado en Estados Unidos. Yarima se va vivir en Estados Unidos y tienen tres hijos. Yarima no soporta el sistema de vida occidental y decide volver al shabono con su familia en Amazonas del lado venezolano. Más de veinte años después, su hijo David, decide contactar el centro de antropología de IVIC para lograr encontrar pistas de su madre en plena selva amazónica.

Sin embrago, la continuación de esta historia deja ver el lado sensacionalista, al hacer público la relación con esta indígena, escribir un libro autobiográfico, hacer un documental financiado por la National Geografic, y una página web.

Caso Lizot [6]

En el artículo « Compte rendu de mission chez les Indiens Yanõmami » Jacques Lizot afirma que durante el ciclo de vida entre los yanomamis pueden existir: « nexos que pueden autorizar las prácticas homosexuales »[7] (Lizot, 1970, p. 119). Sin embargo Kenneth Good no comparte esta idea y acota que durante todos los años de trabajo de campo jamás vio prácticas homosexuales en el grupo. (Good, 1992). Bajo esta contradicción se abre un capitulo oscuro, no solo sobre un debate de los datos etnográficos, sino de acusaciones de abusos sexuales y pedofilia, lo que lleva a cuestionarse sobre las nociones de ética y códigos de deontología en la profesión de antropología. (Fluehr-Lobban, 2013, p. 131). Lizot ha sido acusado por el documentalista brasileño José Padilha de pedofilia, así como de haber incitado la prostitución entre los jóvenes varones de la tribu. Esta acusación ha sido también sostenida por el periodista Patrick Tierney en su libro “Darkness in El Dorado” (Tierney, 2002).

Masacre de Hashimu

Durante el gobierno de Rafael Caldera (1994-1999), se intentó impulsar un proyecto de inversiones que pretendía la explotación minera e inversiones en el campo energético en el estado Amazonas. Sin embargo, el gobierno de Caldera (1994-1999) no se pronunció ante un hecho que resultaría inevitable visto el descuido de las fronteras entre Venezuela y Brasil, La Masacre de Hashimú, de 1993. Esta masacre fue perpetuada por buscadores de oro brasileños ilegales presente en territorio venezolano. Las estadísticas según Survival France es que al menos un yanomami de cada cinco ha muerto víctima de ataques de buscadores de oro ilegales. (C Zacquini/ Survival, 2013) Hoy en dia 20 años después de la Masacre de Hashimu, tanto los sobrevivientes de la masacre como el resto de las comunidades indígenas continúan denunciando la presencia acosadora de “garimpeiros” en la zona.

CITIC Group

El conjunto de comunidades indígenas, en Marzo 2013 ha sacado un comunicado en el cual cuestiona y denuncia el acuerdo bilateral entre el Gobierno Venezolano y la empresa china CITIC Group. Ambos gobiernos se han comprometido a realizar diferentes trabajos de exploración y explotación minera en diferentes zonas del país. Para llevar a cabo el proceso de explotación de diferentes minerales es necesario el levantamiento de un “Mapa Minero”, tal mapa concierne directamente diferentes pueblos indígenas y entra en directa contradicción con el proyecto de demarcación de territorios indígenas. Asimismo, el pronunciamiento de las organizaciones indígenas de Amazonas, denuncia que ya existen levantamientos de campamentos chinos en territorios indígenas [8]

Masacre de yanomamis en 2012

La noticia de una nueva masacre en Venezuela no sería sorprendente visto que las muertes de yanomamis a manos de buscadores de oro ilegales son frecuentes. Sin embargo esta masacre en particular fue denunciada por tres sobrevivientes que indicaron haber estado de cacería cuando el “shabono” fue incendiado, según estos testimonios las víctimas serian alrededor de 80 personas. La reacción del gobierno de Venezuela fue desorganizada, sobretodo porque esta noticia ha salido a la luz pública en el marco de una campaña electoral. Igualmente el gobierno venezolano se apresuró en negar la veracidad de estos hechos, incluso antes de terminar la investigación. De la misma manera los simpatizantes del gobierno han acusado a sus críticos de formar parte de una conspiración de derecha, entre otras acusaciones.

Mientras el debate sobre la veracidad de los hechos fue rápidamente asfixiado, las fronteras continúan sin ser vigiladas, y los yanomamis, entre otros grupos étnicos, continúan siendo masacrados y violentados en su propio territorio.

Las coincidencias de datos etnográficos

Posteriormente en los que concierne a los datos etnográficos, Catherine Alès explica que la noción de venganza es inculcada en los jóvenes yanomamis como un valor positivo.

« Ella expresa su sentido de justicia y ella obedece a tambien a razones religiosas : la venganza representa un intercambio entre los vivos y los muertos y no puede disociarse de ello » « La violencia responde en todo caso a una ofensa y la privación del uso afectivo » (Alès, 1984, p. 98)[9]

Sobre todo en aquello que concierne la vida de pareja, las leyes del matrimonio y la violencia, en efecto Alès y Good parecen estar de acuerdo en cuanto a las nociones del uso de la violencia. Para ambos autores la violencia tiene una estructura y esta nace generalmente cuando los derechos sobre una mujer o sobre los conucos se ven afectados.

Finalmente la vida intelectual de estos antropólogos que han venido al país a estudiar los modos de vida indígena, han sido sumamente polémicos, y denotan la fragilidad de la práctica de la antropología en términos de la deontología.

Asimismo, en lo que concierne la Masacre de Hashimu, y la Masacre de Irotatheri pienso que, incluso hoy en día quedan aspectos nublados y oscuros para opinión pública. Lo cierto es que podemos constatar el estado de negligencia del gobierno en cuanto al resguardo de la frontera con Brasil y las actividades de mineros clandestinos en la región, además de una violación frontal a proyectos como el de demarcación de territorios indígenas.

 

[1] Antropólogo norteamericano que trabajo en la universidad de California y es autor del libro : Yanomamö : The Fierce People en 1968.

[2] « Le milieu connaissait les Indiens yanomami sous le vocable de « peuple féroce » : tueurs, grands consommateurs de drogues hallucinogènes, violeurs de femmes, c’était les derniers représentants au monde des tribus guerrières de l’âge de pierre »  (Good, 1992 p 19)

[3] Antropologo, profesor de la universidad de City State Collage (New Jersey)

[4] Traduccion en français : Yarima. Mon enfant ma sœur.

[5] Pouvait-on dire, avec Marvin Harris, que la guerre était chez les Yanomami, un moyen de maintenir les communautés dispersées afin que la densité de population sur un air donné ne dépasse pas les disponibilités en gibier ? Ou bien Napoleon Chagnon avait il raison d’affirmer que la guerre yanomami n’avait rien à voir avec la rareté de ressources en protéines, et tout à voir avec la férocité innée des Indiens ? (Good, 1992, p. 56)

[6] Jacques Lizot es un antropólogo francés alumno de Claude Levi Strauss que vivio en una comunidad yanomami por más de 20 años. Ha sido miembro del Laboratorio de Antropologia social del College de France.

[7] « …liens qui peuvent autoriser les pratiques homosexuelles » (Lizot, 1970, p. 119)

[8] Pronunciamiento de las organizaciones indígenas del estado amazonas (coiam) sobre la política minera del gobierno nacional y los planes estatales que afectan los derechos constitucionales de los pueblos indígenas puede leerse en http://venezuelaoriginaria.blogspot.fr/2014/06/coiam-se-pronuncia-sobre-nueva-politica.html

[9] « Elle exprime leur sens de la justice et elle obéit aussi à des motifs religieux: la vengeance représente un échange entre les vivants et les morts et ne peut pas être dissociée du culte des morts » (Alès, 1984, p. 91) « la violence repond dans tous le cas à une offence et à la privatisation du droit d’usage affectif » (Alès, 1984, p. 98)

 

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