Un acto desinteresado

Un acto desinteresado

Siempre hay oportunidad

De nuevo un correo del departamento de Recursos Humanos de seguro se trata de: un nuevo ingreso, el listado de cumpleaños del mes, o cualquier otra tontería que no tiene que ver con lo que me interesa,  un necesario aumento de sueldo. No, nada de eso, pero por fin Recursos Humanos logró llamar mi atención con algo realmente importante, una empleada tenía a su hija enferma y requería – con carácter de urgencia – transfusiones de sangre.

No conocía a la empleada – Es de una sede regional – y mucho menos a su hija. Podía reaccionar igual que hacia siempre cuando en la TV – en algún noticiario –  anunciaban que Pedrito Pérez requería trasfusiones de sangre. Podía tomar el control y hacer zapping, podía volver a la tabla Excel y olvidar el correo.

Sin embargo, escuché la historia de esta señora y algo hizo click en mí. Mi compañera de trabajo, se vino de oriente, sólo con su hija,  para hospitalizarla y tratar su avanzado cáncer. Cáncer. Cuántos familiares, amigos o conocidos cercanos no han tratado con esta enfermedad. De hecho yo no la conozco como enfermedad, la conozco como un animal que te come las entrañas, así me la definió mi abuelo antes de morir.

Sentí que debía hacer algo diferente en esta ocasión y llamé a Recursos Humanos para pedir información sobre el lugar a donde debía asistir para donar sangre.

La duda

Luego de tomar la decisión recordé que tenía tres tatuajes y siempre escuché que esto era un impedimento, por lo que me remití a San Google para pedir ayuda ante muchas dudas. Sorpresa, puedo donar sangre, pues mis tatuajes tienen más de un año, ya no hay peligro de padecimiento de hepatitis u otra enfermedad. Podía ir sin haber ayunado y no estaba pasando por ningún cuadro gripal. Aun y cuando tenía muchas cosas a favor, quedaba algo que aún me hacía dudar, mi sangre iba a recorrer el torrente sanguíneo de otra ¿realmente estaba apta para ello?.

Al llegar al banco de sangre me hicieron un test larguísimo donde se despejaba que padeciera o hubiese padecido de alguna enfermedad (Hepatitis, VIH, gripe, catarro, faringitis, diarrea). Mi peso también era importante, no podía pesar menos de 50 kilos. Me preguntaron sobre el consumo de drogas, si llevaba una vida promiscua o si lo hacia mi pareja, si era bisexual u homosexual, si me prostituía o si había estado con alguien que lo hiciera.  En general debía ser sincera, porque de ello dependía el bienestar del paciente que requería mi sangre. Esto asusta un poco, te hace sentir algo freek, te cuestionas, cuestionas a tu pareja, cuestionas tus antecedes familiares. Lo bueno, es que no estaba sola ante tantas dudas, una compañera de trabajo fue a donar conmigo y estaba igual de angustiada que yo.

La acción

Una vez que terminó el cuestionario, nos hicieron firmar una especie de acta, donde dábamos fe de haber dicho la verdad, que habíamos leído las reglas y estábamos de acuerdo. Luego, lo más fácil, extender el brazo y dejar correr a través de las sondas, nuestro jugo, fue cuando el agradable enfermero, nos dijo a ambas “ya están donando”.

La simpatía del enfermero sirvió de escalera para un nivel más íntimo, donde me sentí en confianza de hacer preguntas:

– ¿La gente suele donar sangre?

-No, a menos que tenga un familiar enfermo – En Venezuela, sólo 5% de los donantes son voluntarios.

– ¿A esta chica cuánta gente ha venido para donarle sangre?.

-Con ustedes van tres en total – De inmediato pensé: Ese correo debió llegarle como a ciento treinta personas aproximadamente, y solo vinimos tres. Al parecer, fueron más los que cerraron el correo y volvieron a sus tablas Excel.

-¿Por  qué son tres bolsas?

-Una es para la sangre, las otras son para las plaquetas y el plasma que extraeremos de la sangre.

-¿Cuánta sangre me sacaras?

-Medio litro.

-¿Cada cuánto puedo donar?

-Cada dos meses.

-¿Cuántas veces has donado?

-Una vez.

 

¿Quién te lo agradece?

Al donar sangre, ayudas a mujeres con complicaciones obstétricas (hemorragias antes, durante y después del embarazo, embarazos ectópicos).

Las personas que padecen cáncer también lo requieren. Por ejemplo, un paciente con leucemia puede llegar a marcar niveles de plaquetas extremadamente bajos, lo que es negativo al momento de recibir las quimioterapias, haciendo necesarias las transfusiones.

Niños con anemia, personas que presentan traumatismos por algún accidente y personas sometidas a intervenciones quirúrgicas se suman a lista de vidas beneficiadas.

Esta vida es un boomerang

No fuimos a visitar a nuestra compañera de trabajo, ni a su hija, sabíamos que estaban en una situación incómoda para recibir la visita de unas extrañas. Por lo que nos quedamos un rato descansando en el cafetín de la clínica, tomando líquidos y comiendo dulces, porque fue la recomendación del enfermero.

Seguí hurgando la web y me enteré que donar sangre tiene varios beneficios. Uno de ellos es que se libera el hierro acumulado en la sangre, y esta disminución de hierro baja el  riesgo de presentar algún padecimiento del corazón o del resto del sistema cardiovascular. Además, mientras más donaciones hagas se disminuyen los riesgos de sufrir cáncer de colon, estómago, pulmón o garganta. Sin embargo, para mí, el beneficio más grande era la satisfacción de haber ayudado a alguien más.

Además me enteré que el desconocimiento es una de las razones por las que la gente no dona sangre, además de los temas religiosos, el absurdo mito como que donar sangre engorda o el miedo al dolor. Otros piensan que se pueden enfermar  o contaminar, pero nada de eso es cierto, todo está debidamente esterilizado al momento de realizar una donación.

Ojalá todos nos sumáramos a esta causa, y entendiéramos que donando sangre se puede alargar la vida de otra persona – que al igual que tu – tiene sueños. Piensa que capaz estas salvando la vida de un inventor, un padre de familia, un futuro campeón deportivo, alguien que plantará un árbol, en fin, alguien que pueda contribuir a hacer de esta sociedad, una mucho mejor.

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