Para nadie es un misterio que el problema de la inseguridad está presente de manera transversal en toda la población del país, esto quiere decir que ningún grupo social está exento de esta problemática, desde los sectores más desposeídos hasta los que tiene más posibilidades, padecen de lo mismo: Miedo o temor a que le suceda algo peligroso. Según Datanalisis el 58,5% total de la población piensa que es el segundo problema que más afecta a los venezolanos.
Si lo disgregamos por niveles socio económicos (NSE) tenemos que en el grupo E su percepción alcanza un 57,3 %, en el D es de 59,7% en el C es de 57, 9% y en los estratos más altos AB es de 66,6%. Cuando se analiza más de cerca estos porcentajes, lo más importante no está en los pocos puntos de diferencia que hay entre un grupo u otro, sino en la angustia compartida. Según Carrión, El miedo de los ciudadanos tiene un fundamento real en el incremento del crimen violento, pero es también imaginario.
“La percepción de inseguridad personal” psicológicamente hablando son las imágenes, las impresiones, la sensación y la experiencia vivida dentro un entorno social, que es susceptible ante cualquier hecho violento. Es como si todos estuviéramos siempre esperando que nos pase algo.
El miedo y la ciudad
El sociólogo, Roberto Briceño León quién es especialista en Violencia, asegura en su libro, Violencia, ciudadanía y miedo en Caracas (2007), que los venezolanos están perdiendo el derecho a la ciudad. El vivir en zozobra: el miedo a salir a la calle por ser asaltado, violado, secuestrado o “tener que estar pilas” en el metro, en la acera, en el centro comercial, en el barrio, en la esquina”, está reproduciendo fracturas en los conexiones de los ciudadanos con su espacio público. Nos relacionamos a través del miedo y este nos excluye de la posibilidad de poder participar al lado del otro, de estructurar las actividades cotidianas sin interrupción.
Algunas variables para considerar
La Violencia Política o efectos de la polarización
Desde el año 2000 (Briceño) viene gestándose en el país una creciente demarcación “actitudinal” en relación a los territorios políticos, chavistas vs opositores crean espacios de “guerra a muerte”. La confrontación que alimenta a estas posiciones políticas llegan al punto de separar parejas, familias, amigos, y se crean en cualquier espacio: oficinas de trabajo, salones de clase, fiestas entre amigos, entre otros. Es como si tuviéramos siempre presente a un enemigo al frente. La violencia política depende netamente del discurso. Este es el elemento disparador y el discurso político polarizado tiene referentes claros:” va dirigido a un enemigo que busca destruirme”.
Autodefiniciones políticas e inseguridad
A pesar de que la angustia es compartida en todos los sectores del país. Cada grupo político corre con una cuota diferente. El discurso polarizado que es promovido tanto por el gobierno como por la oposición, impacta de manera distinta. El grupo Pro-gobierno tiene un 47,9% de percepción de inseguridad, los independientes tienen un 65,5% y los opositores poseen un 61,6%. según cifras de Datanalisis.
¿Por qué? ¿Qué sucede en la percepción de uno y otro, si a todos les preocupa el mismo problema? La respuesta es que el temor adquiere las mismas magnitudes donde sí representa una fuerte amenaza. Para los chavista es baja la amenaza, mientras que para los opositores es muy elevada, En cambio para el sector de los independientes SUFREN el mayor peso en términos de sensación y angustia porque no están inscritos en ninguna tendencia política y porque además sus intereses sociales van por encima de los temas políticos. Por esto la seguridad ciudadana es un hecho real y un sentimiento.
Zulma Meléndez
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