Entre neolenguas, o el Síndrome Salmón

La fuente noticiosa de este país es el rumor. Si siente algo raro en el ambiente, si intuye una noticia en desarrollo, si el aire comienza a oler a peligro, el venezolano no acude a la televisión. Y si lo hace es para confirmar la sospecha. Esas comiquitas tienen que significar algo. Ese viejo programa cómico no puede ser sino la constatación de sus sospechas. Acude, entonces, al twitter, el sucedáneo de los botiquines y cafés de la Caracas de entonces.

Basta unos minutos viendo pasar el río de las palabras para que, en efecto, sus sospechas comiencen a adquirir forma tangible. Entonces da con la palabra que afinará su búsqueda. La absoluta ausencia de garantías para la integridad física en el ejercicio del periodismo y el sistemático ataque a los medios privados, han logrado invertir la ecuación. Ya el ciudadano no se entera en twitter de lo que dicen los medios: ahora los medios arman sus noticias a partir de lo que dicen los ciudadanos en twitter.

El nuestro es el camino del salmón.

Y ya no nos extraña que hagamos las cosas al revés, puesto que esa vocación nos viene desde el mismo lenguaje. Hacer una búsqueda específica (en este caso “La Paz”) es enterarse de que en Venezuela el idioma se ha contaminado tanto de las neolenguas del Poder, que terminamos por sustituir todo el sentido originario en las palabras. Escribir “La Paz” en una búsqueda de twitter supone tener que escoger las noticias de interés para nuestra realidad en esa mezcla de tuits de otros países en los que, efectivamente, se esté hablando de una “situación o estado en que no hay guerra ni luchas entre dos o más partes enfrentadas”.

Pero el lector venezolano estará tras la pista de una noticia de otro tenor.

Según las fuentes fragmentarias, al final de la tarde del pasado lunes, lo que inició con un allanamiento por parte de una comisión conformada por diversos cuerpos policiales a un apartamento de un edificio de la Misión Vivienda, en La Paz, culminó con un tiroteo entre los cuerpos de seguridad y un grupo de personas que estaban dentro del edificio, desatando el pánico entre conductores y transeúntes. Las mismas fuentes aseguran que el suceso no guarda relación con los allanamientos practicados la semana pasada durante las investigaciones por el caso Serra, que concluyeron con 8 detenidos. Es decir, que se trata de otra historia de allanamientos, violencia, plomo y detenciones en menos de una semana.

Es decir, el sentido de normalidad en La Paz ha adquirido visos peculiares.

El asunto no es nuevo entre nosotros, vale subrayar. No hablemos de ese chiste viejo que significa la urbanización El Silencio. Ni siquiera de la avenida y la urbanización que llevan como epónimos a esos paladines de la civilidad, llamados Andrés Bello y Simón Rodríguez, respectivamente. Esos casos palidecen, en cuanto a humor negro se refiere, con respecto a la dirección de la sede de la policía política venezolana: El Helicoide, nombre cuya sola mención evoca problemas que nadie quiere tener, desasosiego, angustia, miedo, pero que está ubicado en la Calle El Progreso, cruce con Avenida Victoria.

No será fácil superar esa negra humorada.

De una semana acá el turno está tocando a La Paz. La anhelada Paz convertida en la onomatopéyica “Paz”. ¿Hasta dónde llevará la realidad nuestro Síndrome Salmón, ese inédito aporte nuestro de ofrecer, en su absoluto contrario, nuevos conceptos para las palabras conocidas?

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