Caracas al amanecer

Caracas al amanecer

Madrugar a veces puede ser sabroso

Soy de las personas que tiene una relación perversa y de muy malos tratos con el despertador. Cada mañana es una pelea absurda donde siempre gana él, después de cinco o diez minutos debo levantarme para ir a trabajar. Sin embargo, hay ocasiones en las que le estoy muy agradecida, en el momento perfecto me levanta para vivir algo maravilloso. Como el pasado lunes, cuando a las 04:30 am el reloj me despertó dar una vuelta por Caracas.

La idea de pillar el amanecer no fue mía, no soy una aventurera nata, pero si intento rodearme de quienes lo son. Por eso, muchas de mis historias y vivencias son consecuencia de rodearme con personas geniales. Mis amigos me invitan a hacer cualquier actividad, y yo les sigo con la convicción que tendré algo que contarle a mis nietos.

Total que, me sacudí el sueño, agarré al flaco (mi bicicleta), para encontrarme con mi compañero de andanzas (otro amante del velocípedo) y  así ver como despierta esta ciudad.

Al encuentro de una ciudad diferente…

Luego de pasar la vida entera escuchando las cornetas, sorteando las colas y buscando las mejores vías alternas, escuchando o leyendo noticias desagradables, salí con un poco de miedo en los bolsillos, pero con infinitas  ganas de sorprenderme. Fue entonces cuando Caracas, aun soñolienta me dio los buenos días a través del canto de las guacamayas que siempre están – Y nunca me había dado cuenta- en Plaza Venezuela. El sosiego vino a mí.

En el camino, las panaderías y areperas, despedían un olor sabroso, mezcla de levadura, maíz y café. Mis sentidos se iban activando poco a poco en cada pedaleo, las sonrisas de los transeúntes me iban alimentando con una felicidad infinita, que me impulsaba a gritar “buenos días” sin importar que no conociera a ninguno.

Más adelante, un autobús que venía de San Antonio de Los Altos, trajo a la ciudad un grupo de trabajadores, que vinieron a construir país sin importar la hora y la posible cola que consigan en el camino.

Gente de todas las edades, con diferente aspectos, pero con ganas de trabajar, se dispersaban hacía distintas direcciones. Luego de ver esto, me cuesta creer que aun haya gente que piense que los venezolanos somos flojos.

Las colinas naranjas…

Tomamos la ciclovía y de inmediato nos encontramos en Bello Monte, para desafiar las subidas y estar más cerca del amanecer. Una casa más linda que la otra me fue saludando, entre cada una, se vislumbraba un día próspero.

El paso se hacía más lento al subir, la bicicleta me pedía que le imprimiera más fuerza, el cuerpo iba respondiendo. Cada pendiente se convertía en un reto que superar y me permitía detallar cada punto, sentir la respiración, el cuerpo latiendo… eso es sentirse vivo.

Las trabajadoras del hogar iban caminando por la acera. Se mostraban prestas, con colas de caballo bien peinadas, con aroma a agua de rosas, con sus ropajes bien planchados. En sus caras se definía el tesón de ser mejor cada día, la humildad de servir a quien lo necesite y la entereza de ser positivos cada día, aún cuando el cuerpo desee desistir. Al ver esto, cómo podía seguir peleando con mi despertador.

Despierta y sonríe

Al ver la hora, mi compañero me recordó que debía ir a trabajar, por lo que nos devolvimos por las Mercedes. Ya la ciudad estaba despierta completamente. Empezamos a exigir nuestro espacio entre los carros, no quería terminar mi recorrido, pero el deber llama.

Esta ciudad es realmente hermosa, solo hay que tomarse el tiempo de observarla con detenimiento. Su gente vale mucho. Esta idea final la corroboro cuando entré a una reconocida panadería ; un señor en la puerta entregaba las fichas para anotar los pedidos acompañado de una cándida sonrisa, al salir me despidió con un amable “Que tengas un feliz día”.

Estoy segura que, ese señor en su humilde labor, contagió a más de una persona con su calidez, además,  de hacerles reflexionar sobre la actitud que tienen para enfrentarse a la vida.

De vuelta a la oficina

Regularmente los lunes son los días más pesados en la oficina, pues a la mañana siguiente hay reunión de junta directiva y toda la organización se eriza preparando las presentaciones, reportes y análisis. Por lo que siempre llego a mi escritorio algo predispuesta y con pesadumbre.

Ese lunes fue diferente. Llegué más enérgica a la oficina y tenía una sonrisa indeleble en el rostro. Podían pedirme cualquier estadística, exigirme que hiciera aburridísimas tablas de Excel, pero no lograrían amargarme, pues vi a Caracas despertar.

El día transcurrió de forma placentera; con recuerdos intermitentes de mi recorrido matutino.

Esa mañana (o ese lunes)  pensé muchas cosas. Tomé la decisión de dejar de pagar el costoso gimnasio y hacer de la ciudad mi campo de entrenamiento. Es más económico, divertido e interesante, además,  me proporciona imágenes divinas que puedo compartir.

Al recorrer la ciudad observe magnificas realidades que aclaman una voz que la rescate del pesimismo. Hay tantas cosas maravillosas que permanecen silentes, solo a la vista de los curiosos que están cansados de esconderse, por temor a que algo les ocurra.

No desestimo el acontecer diario de la ciudad, las estadísticas aunque a veces son traslucidas, se dan a conocer.  Sin embargo, puedo afirmar que tras recorrer Caracas de noche y ahora de madrugada, he podido romper con mitos sobre ella. Mantengo el respeto que le tengo, pero al encerrarme no soluciono nada y el verbo “vivir” pierde total sentido.

Creo que con optimismo, se puede recobrar el sentido de ser Caraqueño y disfrutar de esta gran Metrópolis.

Comentarios

Comentarios


3 comentarios

Escribe un comentario
  1. 1 septiembre, 2014, 20:25

    Muy lindo mi bella niña, estas en muy buen camino….tienes un estilo muy libre y autentico, estoy muy orgullosa de ti, Lluevan sobre ti millares de bendiciones.

    Responder a este comentario
  2. zulma Salazar
    zulma Salazar 8 septiembre, 2014, 15:18

    Q exito!! Cariño , fui contigo a esa aventura Lo viví, lograste q tomara mi vici mental sintiendo la brisa fresca de la mañana y pudiera Ver, sentir y saborear tu experiencia. Sigue pasándome tus vivencias y la viviremos juntas. Te felicito !!

    Responder a este comentario
  3. Manuel Mijares
    Manuel Mijares 25 septiembre, 2014, 09:38

    ufffsss que bello es ver el amanecer, me llegó mucho porque entro al trabajo alrededor de la 5:30am y me voy caminando (5 cuadras) de la casa al trabajo y cada día me dejo sorprender por esos maravillosos colores que nos regala el cielo caraqueño

    Responder a este comentario

Escribe un comentario

Tu correo electronico no será publicado.
Los campos requeridos están marcados*

Somos el medio del centro, únete y comparte con nosotros.

 

 

 

Powered by WordPress Popup

Leer entrada anterior
Divina diva
: “Lo prioritario es la inexistencia de la explotación, lo demás depende de la temporada”

Cerrar