Comunicación “alternativa”: Un modelo obsoleto en tiempos de redes sociales

Comunicación “alternativa”: Un modelo obsoleto en tiempos de redes sociales

A finales de la década de los 80,  y especialmente en la de los noventas, en toda la región se desarrolló un importante movimiento que postulaba la necesidad de crear medios de comunicación bajo el adjetivo de “alternativos”, como estrategia para democratizar el ejercicio del derecho a la libertad de expresión e información.

Decenas de radios, periódicos e incluso estaciones de televisión germinaron en todo el continente, impulsando importantes experiencias de periodismo comunitario. Muchas de ellas cuestionaban lo que consideraban sesgos y desviaciones de las grandes cadenas informativas. Y muchas de estas críticas, como las manipulaciones en las líneas editoriales o el ocultamiento deliberado de información por intereses privados, eran ciertas. No obstante, en la medida que algunas de estas experiencias ganaron notoriedad e influencia, comenzaron a reproducir, en pequeña escala, lo que decían criticar de la práctica periodística de los grandes medios, incluso generaron nuevos vicios.

Hoy, como demuestra el caso venezolano, algunas de estas iniciativas han derivado en medios “paraestatales”. Sin embargo los desarrollos en la tecnología de la información han posibilitado una nueva modalidad para realmente dar voz, dejando obsoleto el modelo de medios “alternativos”: La comunicación desde redes sociales en plataformas comunicacionales comunes.

Poco periodismo

Aunque existen notables excepciones, como el circuito creado por la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC), la gestión de medios autocalificados como “alternativos” se convirtió en un bastión de activistas ideológicamente identificados con las izquierdas, en todas sus variantes radicales. Y si bien esto no es negativo en sí mismo, sí lo fue el hecho que disimularan su línea editorial con declaraciones grandielocuentes que a la larga camuflaban igual la exclusión de otras visiones de mundo. De esta manera quienes se promocionaban como “medios del pueblo” o de las “luchas de trabajadores –por citar dos categorías- eran, en realidad, plataformas comunicacionales de quienes eran como ellos o los trabajadores de su tendencia política, negando la pluralidad existente en los sectores populares. Algunos lo justificaban argumentando que las otras visiones o noticias ya tenían suficiente cabida en los medios tradicionales, y que su jerarquización respondía a la necesidad de balancear lo ventilado ante la opinión pública. Estos medios, mediante el ejercicio constante del “veto” por parte del grupo editorial, terminaron convirtiéndose en escala micro en un dispositivo de ejercicio de poder. Mientras más influencia alcanzaba el medio más énfasis en la ideologización asumía, con lo que había menos espacio para la divergencia en las columnas de opinión o en las noticias que contradijeran su visión del mundo. O a veces, cuando eran publicados les antecedía una introducción advirtiendo que las opiniones expresadas en el texto no eran compartidas por el grupo editorial. Por cierto, una práctica desconocida para los opinadores más controversiales de los medios impresos.

El cuestionamiento al periodismo tradicional terminó, en muchas ocasiones,en desconocimiento y detrimento del propio oficio. Se valoraba en demasía la práctica empírica y la espontaneidad, con poca reflexión previa. Lastimosamente, en Venezuela lo que significaría una revitalización en la gestión de medios de comunicación, terminó siendo una estantería de lugares comunes y consignas propagandísticas en cuyos contenidos escaseaba la novedad para sus audiencias.

La ausencia de nociones elementales de periodismo se convirtió en la norma, con algunos decibeles tan graves como la negación del ejercicio del derecho a réplica.

Otro elemento, presente en el caso venezolano, es que la praxis de muchosmedios de comunicación “alternativos” concluyó cerrando el micrófono, apagando la cámara o la grabadora, a las luchas populares cuya invisibilidad había sido el justificativo válido discursivamente para la creación del propio medio. Cuando las protestas y las movilizaciones comenzaron a revelar las contradicciones y limitaciones gubernamentales no encontraban espacio en estos medios, cada vez mássintonizados con el ministerio de comunicación.

La palabra en red

La popularización de las redes sociales y el mayor acceso a los dispositivos tecnológicos personales han horadado, cada vez más, las mediaciones y la posibilidad que alguien límite lo que debe circular en las audiencias. Los vínculos mediante redes posibilitan alianzas flexibles y descentralizadas, por intereses comunes y valores compartidos. Por tanto, no es casual que una lógica de cooperación sin centro -propia de redes sociales- no sea plenamente compartida por los gestores de estos medios “alternativos”. La lógica no análoga de la política y la información, conspira contra los grandes programas ideológicos basados en la acumulación de fuerza/masa suficiente para hegemónicamente imponerse al resto.

Cualquiera puede crear un blog, una cuenta twitter o un perfil en Facebook que exhiba sus opiniones y las coloque potencialmente al alcance de cualquier interesado/a. Si los argumentos son buenos, novedosos o sustentados, ganan influencia y hasta notoriedad. La tecnología y la organización en red han creado condiciones para dar algunos pasos más en la democratización de los canales, generando plataformas comunicacionales comunes, en las que la posibilidad de ejercer la censura cada vez es más compleja. Enredaderas, trepadoras ruidosas contra el silencio estimulado por algunos medios de comunicación tradicionales o, ahora lo entendemos, de algunosmedios de comunicación “alternativos”.

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Lexys Rendón Opinión

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