El big band de las emociones

El big band de las emociones

Nada mejor que salir de la ola de repeticiones y descubrir un mundo nuevo…

Nos acostumbramos a hacer las mismas actividades, a degustar los mismos platos de siempre, a repetir una y otra vez las canciones en el ipod, sin siquiera, intentar escuchar que hay de nuevo en la radio. Por lo que vamos sumergiéndonos en una ola gigante de repeticiones, sin darnos cuenta, el hastío toca nuestra puerta y logra sorprendernos, no entendemos por qué está allí.

Al identificar esta realidad, decidí dejar de seguir la corriente de la costumbre, tomé la decisión de hacer cosas distintas, sola o acompañada. Es por eso que empecé a cazar la agenda cultural de varias instituciones de Caracas, con la idea de hacer todas las actividades posibles que me permitieran acortar la brecha de la ignorancia.

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Un día, conseguí el anuncio de una banda que me llamo poderosamente la atención, Simón Bolívar Big Band Jazz. Se presentarían en el Centro Cultura Chacao a un costo irrisorio, tomando en cuenta la situación actual, solo tendría que pagar Bs. 70 y ellos tocarían Jazz para mí. No lo pensé dos veces, salí y compré las entradas de inmediato.

Nuestro oído se acostumbra a los sonidos fácilmente, hasta que un día, llega un ritmo que produce un Big Bang en nuestro ser…

Esta orquesta nace en el 2007 bajo la dirección del baterista venezolano Andrés Briceño y del profesor Valdemar Rodríguez, quienes tenían la idea de difundir el género Jazz en nuestro país. Para ello reunieron a cuarenta estudiantes del  Conservatorio de Música Simón Bolívar, dando un matiz juvenil a este estilo musical nacido a finales del siglo IX. Estos chicos se han preparado con grandes figuras del Jazz como Nicolás Folmer, director de la Big Band de Londres; con Dave Samuels y Robert Quintero, del Caribbean Jazz Project. Estos chicos, a pesar de su corta edad, saben de más lo que hacen.

Al entrar a la Sala del Centro Cultural me invadió una gran emoción, ya que este lugar es realmente hermoso. Los chicos de la Simón Bolívar Big Band Jazz entraron a escena y de inmediato cambió la vibra del lugar, comenzaron a tocar de forma impecable, logrando que muchos de los espectadores sintiéramos la piel latir, la boca secar y la pupilas dilatar. Cada uno hacia parte de sí el instrumento que tocaba, era como si viéramos como sonaba alguna de las extensiones de su cuerpo, todo muy natural.

Nunca había visto un grupo de Jazz en vivo y realmente no puedo describir a cabalidad el sentimiento que producía esto, pero puedo decirles que fue alucinante. Sin embargo, esto no era todo. De inmediato, el directo de la orquesta, llamó a varias solistas que interpretarían varias piezas del repertorio, estas chicas le dieron voz a cada ritmo, haciéndome pensar que de seguro así sonaban los ángeles. Y fue así como me monte en la montaña rusa de las emociones, fue así como en mi cuerpo se produjo un big bang de risas, aplausos y hasta llanto, pues estos chicos usan el poder del swing para adentrarse a través de tu dermis y epidermis, con la más autentica necesidad de hacerte sentir vivo.

El publico de la sala, estaba bien variado, pude sentir como todos ovacionaban con gritos y aplausos cada canción. En la fila que me antecedía, estaban unos chicos con un estilo bien roquero, lucían tatuajes en sus brazos, túneles en las orejas. Para cualquiera sería raro pensar que le conmoviera el Jazz a estos mal llamados come gatos, sin embargo, estos chicos estaban grabando cada pieza y también se emocionaban, quien sabe si también estaban luchando contra la monotonía así como lo hacía yo.

Cuando el director anunció que sería la última pieza y empezó a presentar a los músicos, sonó un disparo en mi interior, como si me sacaran de un transe profundo, no quería que terminara. Lo bueno fue que este sentimiento era colectivo, por lo que toda la sala pidió más. Tocaron tres piezas adicionales, logrando satisfacer al demandante público.

Los cambios nos hacen sentir vivos y nos genera optimismo…

Puedo decirles que salí de esa sala sintiéndome nueva, tenía una tonta sonrisa  en mi rostro que parecía indeleble. Además me retiré de ese centro cultural con un sentimiento de gran orgullo de ser venezolana, salí con esperanza luego de ver tanto talento joven capaz de enarbolar, a través de sus actividades musicales, la bandera tricolor.  La Simón Bolívar Big Band Jazz es capaz de dejar en evidencia lo positivo que tiene mi país, Venezuela.

Gracias por ese gran día Simón Bolívar Big Band Jazz.

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