Simonovis y la polarización

Simonovis y la polarización

Cuando comenzó el proceso de diálogo en abril de este año, una vecina me indicó que no estaba de acuerdo con que se incluyera el tema de los presos políticos en la agenda porque complicaba lo que realmente se debía resolver en el mismo: la gobernabilidad del país y el desempeño económico. Cuando le argumenté porqué la situación de los presos políticos debía ser parte de la agenda y que específicamente el caso de Ivan Simonovis era emblemático, me respondió: “Justamente Adriana: hay que entender que cada vez que alguien dice ´liberen a Simonovis´ la condena aumenta un año más porque ya se convirtió en un trofeo por el que se mantiene una absurda disputa”.

Si bien me pareció una idea con bases discutibles, seguí pensando en ella y llegué a la conclusión de que esa conducta y mecanismo de análisis configura uno de los aspectos más terribles de la polarización política que vive Venezuela: hemos perdido la  ponderación necesaria para analizar los hechos públicos y en consecuencia, ciertas personas, casos y eventos históricos se convierten en importantes fetiches para los grupos radicales.  El 4 de febrero y el 11 de abril son “fechas amuleto”, así como fue el caso de la Jueza María Afiuni y lo ha sido el del comisario Ivan Simonovis, a quien hoy le fue otorgado el beneficio de casa por cárcel en atención a su estado de salud.

Al enterarme de la decisión del Tribunal Supremo de Justicia con respecto a este último caso, realicé un proceso de sondeo vía internet y específicamente, comencé a seguir las tendencias de la red social Twitter vinculados a este hecho: 1) Simonovis 2) #YoSoyPuenteLlaguno

A través de las ideas expresadas por quienes impulsaban ambas tendencias, pude comprobar que hay 3 situaciones (quizás muchas más, pero sólo me referiré a éstas) que constituyen un pedestal en el que se empina la crisis ciudadana de país, alimentada por la polarización:

1) Los venezolanos no tienen credibilidad en el sistema judicial.  Por un lado, unos Opositores insinúan que la decisión se trata de una cortina de humo que permitirá que el gobierno distraiga al pueblo ante las inminentes medidas económicas que debe tomar. Por el otro, buena parte del sector chavista sugiere que la enfermedad de Simonovis es un invento para salir de los predios del SEBIN y que existe un acuerdo entre el Tribunal Supremo de Justicia y la familia del comisario que incluye que éste último huirá del país en la primera oportunidad que tenga. Sin duda, esto demuestra que la institucionalidad venezolana y especialmente el sistema de justicia, está completamente desprestigiado.

2) No existe separación de poderes. Como consecuencia de lo anterior, muchos Chavistas catalogan a Nicolás Maduro de traidor por “permitir” la medida y Opositores, creen que el mismísimo Presidente de la República la ha ordenado para disimular la profunda crisis de salud que existe en el país. Lo llamativo de esto, es que en ambos polos se diga con absoluta naturalidad que el responsable de la medida  ha sido el presidente Maduro, obviando completamente la separación de poderes y asumiendo que el sistema judicial es subsidiario del Poder Ejecutivo.  La gravedad de esto es inmensa y habla de una profunda dificultad que tenemos para la comprensión de la configuración de los poderes públicos, de manera independiente.

3) La justicia es venganza. Chavistas consideran que, aun enfermo, Simonovis debe permanecer en la cárcel. Saben que el caso es un punto de honor para la Revolución y así lo tratan, olvidando las bases elementales del humanismo que tanto ha cacareado el Socialismo del Siglo XXI. Lo quieren preso porque lo plantean como responsable de absolutamente todo lo que ocurrió en aquellos días de nuestra historia reciente. Muchos Opositores por su parte, consideran que es absolutamente inocente y resienten que Hugo Chávez no haya sido condenado “con la misma severidad” cuando dio el Golpe de Estado del 4 de febrero. Además, piden que sean vengados “los años de injusta reclusión”. Ambos sectores piden venganza y no justicia, con un sentido muy primitivo de la interacción ciudadana y política. Olvidamos que la justicia es un asunto complejo que no puede resolverse como quien toma una decisión doméstica.

Estos 3 aspectos no solo enmarcan la polarización que sigue campante y que tiene sus iconos de honor para ambos sectores, sino que además hablan de un profundo deterioro en la percepción que tienen los ciudadanos de los liderazgos, de los mecanismos institucionales y de las concepciones elementales de justicia. Sin lugar a dudas, se debe trabajar desde las bases, con urgencia para que no se nos agote eso que tanto mencionamos pero que alejamos cada día con la lógica polarizada: el sentido común, entendiendo éste como sentido de comunidad y de país.

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