Sobre los oficios y la gente

Qué haces, no, cómo lo haces

En nuestro país hay una tendencia a querer ser grandes, exitosos. Bueno y en qué país no. El detalle aquí radica en que todos quieren estar en la punta de la pirámide y no en la base, así no estén preparados para ello.

Considero que allí reincide el problema cuando no conseguimos plomeros, electricistas, dependiente de tienda o personal de limpieza que desee llevar su trabajo de forma excelsa, por lo regular estas personas ocupan esos puestos por tiempo definido y sin ánimos de hacer de ello un oficio. En sus caras se nota el peso de una labor que les quita mérito o atenta en contra de lo que desean ser, sin darse cuenta que no es el oficio el que les hace grandes, sino las ganas de hacer su trabajo mucho mejor y marcar la diferencia.

Este es un asunto de crianza, siempre nos retratan un futuro lleno de médicos, ingenieros, gerentes de empresa y muy pocas veces nos venden la idea de ser un artista, maestro, electricista, plomero o incluso un ebanista. Cuando se le pregunta a un niño qué quiere ser de grande, se espera que responda con una carrera que lo ocupe en un alto nivel dentro de una empresa o que logre proveerles de grandes sumas de dinero, muy poco se trata de que sea feliz en lo que hace y que sea el mejor. Socialmente, nunca le hemos dado respeto a esas labores y, por ende, son pocos los que quieren representar esos roles. Es necesario meditar que se requieren una persona desempeñándose en esas labores y que dentro de ellas se puede lograr el éxito, dando un valor agregado al hacerlo con buen carácter.

Ejemplos diferenciadores

Hace poco tiempo, asistí a un restaurante que se especializa en hacer sándwich. La atención de las personas del local era de primera, se esforzaban por dar un servicio de calidad y presentar sus panes como el plato gourmet más exquisito. Tomaban con paciencia las órdenes, limpiaban una y otra vez las mesas para que lucieran lustrosas, preguntaban a los comensales si estaban satisfechos con lo que habían probado. Se notaba entre los chicos del restaurante, unión para lograr la atención de los clientes a través de la eficacia del servicio y estoy segura que eso les generará éxito en el mercado de alimentos y en sus propios ingresos. Ninguno de los empleados mostró desinterés en prestar servicio.

En la oficina pasaron muchas ayudantes de aseo, a algunas les molestaba dar los buenos días, otras pusieron peros para hacer el café –pues no estaba eso entre sus funciones– y no faltaba la que no quisiera levantar mucho polvo para no sudar y estropear su uniforme. Sin embargo, la nueva chica, barre con una sonrisa en el rostro, ofrece café sin que nadie se lo pida, ofrece incluso la posibilidad de hacer mandados a quien lo requiera, pues considera que logra limpiar en un segundo por lo que se aburre al rato,  desea hacer otras cosas para ganarse la voluntad y que así el tiempo corra más rápido. Luego de ver como trabajaba, varias personas le ofrecieron trabajo para los fines de semana en su casa.

Alguna vez, en mi edificio hubo un excelente celador, que no solo estaba atento a las personas extrañas que entraban al recinto, sino que también colaboraba abriendo la puerta cuando veía que alguien venía con paquetes. En alguna ocasión se dañaron los ascensores y ayudó a subir al piso 21, a una chica que está en silla de ruedas. Siempre podía hacer otras tareas, aunque no correspondieran a sus labores, porque amaba su trabajo y disfrutaba de la comunidad en que trabajaba. Esto siempre se le retribuyó con propinas, alimentos, cada vecino lo tomaba en cuenta al momento de regalar algún mueble, ropa o para ofrecerle hacer un trabajo adicional en su tiempo libre.

No somos un oficio, somos seres humanos

Es importante que todos veamos con respeto y le demos importancia al oficio de cada quien. Que nos demos cuenta que debemos tratar como queremos ser tratados.

Prestar un servicio no es fácil y definitivamente es aun peor cuando se trata de clientes difíciles. Hay personas que olvidan que tratan con otras personas, por lo que consideran que al pagar por un servicio están comprando el respeto del otro, siendo que el respeto y atención se gana con más respeto y buena atención.

Es bueno recordar que hay armas infalibles, contra el mal servicio o el mal genio de los clientes, se trata de una gran sonrisa y un efusivo “buen día”. Si luego de halar este gatillo no logramos ejercer un cambio, podemos lanzar una bomba aun mayor “¿Ha tenido una mala experiencia? ¿Puedo ayudarle a que su experiencia sea mejor?”.

En ocasiones la gente no se detiene a pensar, pierden el sentido común al momento de administrar sus molestias y frustraciones. Si a usted no le gusta limpiar, piense qué tarea hace mejor, qué le gustaría hacer para ganarse la vida. Si no soporta tratar con gente, piense en trabajar desde casa. Si tuvo una pelea con su esposo, hable con ese señor antes de salir de la casa y discutir con la chica que la atienden en la peluquería, o en todo caso háblele de su problema a la peluquera, ellas a veces tienen cierto don terapéutico.

Recuerde que no se trata de lo que hacemos, sino cómo nos desempeñamos y que nuestra actitud es, definitivamente, parte importante de nuestro éxito.

Gala Gabriela

Publicista, ciclista urbana, turista de la vida y de mente soñadora.Las letras se convirtieron en la herramienta perfecta para exorcizar mis demonios y dar a conocer realidades cotidianas que pasan desapercibidas.

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