Ébola y alerta temprana de emergencia

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró hace unos meses el brote de Ébola en África Occidental como una emergencia internacional de salud pública, que requería una respuesta extraordinaria para detener su propagación. Se trató del brote de Ébola más grande y de más duración registrado jamás, pues tenía una tasa de mortalidad de alrededor del 50% y hasta el momento ha causado la muerte de al menos 5 mil personas. La OMS declaró emergencias similares para la pandemia de gripe porcina en 2009 y de polio en mayo.

El actual brote, inició en Guinea en marzo y se extendió a Sierra Leona y Liberia. Lo que quizás cause más alarma, es que no hay tratamiento o vacuna aceptado y la tasa de mortalidad se ha incrementado.

La información salva vidas

Sin dudas, llama la atención las declaraciones del doctor Bart Janssens, director de operaciones de Médicos Sin Fronteras, quien asegura “las declaraciones no salvan vidas”. Porque afirmó que “hemos estado advirtiendo que urgen medidas masivas desde el punto de vista médico, epidemiológico y de salud pública y hay gente que está muriendo porque no está llegando la ayuda suficiente”.

No obstante desde este espacio, entendemos todo lo contrario, porque “la información SÍ salva vidas” y “conectados ayudamos mejor”, así como lo expresamos en el libro #SoyPreventivo: redes sociales, seguridad y emergencias, de Ediciones UniCaribe que circula desde septiembre de este año, con el apoyo de varias instituciones.

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Comunicación estratégica y alerta temprana.

Cuando hablamos de comunicación estratégica y alerta temprana, pensando también que en las redes sociales conseguimos un gran aliado para estos fines, la información es, en primer lugar, un derecho que confiere poder y tal vez sea la única tarea en previsión de desastres que puedan permitirse las comunidades vulnerables. Esto revela con amplia claridad, por qué el rol de quienes difunden información es tan importante en la gestión del riesgo de desastres.

Lo complicado de esto está, en que no todas las personas con acceso al internet, manejan terminologías técnicas, para garantizar materiales informativos oportunos, claros, útiles a la colectividad. De forma tal, que quien encabeza una estrategia de comunicación u osa twittear en medio de un desastre por ejemplo, debería, por prudencia, conocer algunos de estos términos que la autora considera oportuno citar:

  1. El riesgo: entendido como la probabilidad de pérdidas y daños futuros a niveles tan grandes que un grupo social no es capaz de absorberlas, enfrentarlas y recuperarse, empleando sus propios recursos y reservas. En ese sentido, el riesgo se concibe conceptualmente como una función de dos variables: la amenaza y la vulnerabilidad. Esta relación amenaza-vulnerabilidad es de vital importancia a la hora de analizar el riesgo que se corre en determinada situación y mucho más cuando se analiza el riesgo de desastres.
  2. Los desastres: son situaciones o procesos que se desencadenan como resultado de la manifestación de un fenómeno de origen natural, tecnológico o provocado por el hombre y que, al encontrar condiciones propicias de vulnerabilidad en una población, puede causar alteraciones intensas, graves y extendidas en las condiciones normales de funcionamiento de una comunidad, que superan su capacidad de responder.

Así que la Gestión del Riesgo de Desastres viene a ser, un conjunto de políticas, decisiones administrativas y actividades operativas que aplicadas antes, durante o después de los desastres, tienen por finalidad evitar la ocurrencia de los mismos o bien reducir sus consecuencias.

Podrían entonces los twitteros, blogueros, o colabores ciberconectados, elaborar materiales informativos respondiendo a preguntas: ¿Qué causó las víctimas y daños? ¿Cuáles fueron las principales dificultades para las tareas de socorro? ¿Cuáles fueron los problemas en las horas y los días siguientes? ¿Se habría podido prever el desastre? ¿Con qué preparativos se habría podido limitar el número de víctimas y los daños? ¿Cuáles errores no deben cometerse de nuevo? ¿Cuáles medidas fueron más beneficiosas?

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No hay que olvidar, que la tecnología, en sí misma, no deja de ser un medio. Un canal. Un vehículo que llevará más rápido los mensajes, que abreviará caminos, que facilitará el tránsito. Pero que en fin, no podrá decidir, no podrá caminar, no tendrá la capacidad de cambiar sino es por la acción inteligente del hombre, guiado por la supremacía de una fuerza superior que escapa de la sapiencia humana y finita, que le otorga el talento, la habilidad y la capacidad de discernir entre informar contenidos edificantes o denigrantes, carentes de ética y diametralmente inversos a los valores humanos positivos. O lo que es peor, informaciones contrarias al principio de la “veracidad”, fuente de la que emana el sentido benevolente para ayudar a salvar vidas a través de la información.

Responsabilidad en el uso de las redes

Por ende, las tecnologías de la información y las comunicaciones muestran todo su potencial, pero resultan insuficientes sin la contribución de otros múltiples actores y un claro sentido de prudencia. La lucha contra los desastres y la minimización del riesgo, significa un compromiso serio, puesto que están en juego la vida y los medios de subsistencia de un sector importante de la población mundial y local; sin embargo, es en buena parte responsabilidad de los gobiernos aplicar adecuadas políticas públicas, asignando competencias y recursos al ámbito local, donde se materializan las medidas adoptadas para hacer frente a las amenazas.

Comentan expertos en comunicación del riesgo, que tanto la alerta temprana como la gestión del riesgo, pueden jugar un papel importante en las etapas previas, durante y después de una catástrofe. En el antes, porque permiten expandir cultura preventiva entre los usuarios antes de que un fenómeno surja; en el durante, porque su poder informativo tiene una rápida expansión multimedia que queda a disposición de los usuarios conectados y sirve como página de aterrizaje cuando se desata una crisis, al igual que hace Google.

Ya luego cuando pasa la crisis, sirven para reclutar voluntarios, como sucedió en Haití en el año 2010 y emitir detalles sobre requisitos para registros y organización de respuestas a la etapa de resiliencia o próximas situaciones de emergencias. Ambas redes, a través de los servicios de anuncios, pueden publicitar en cada una de las etapas de emergencias informaciones de utilidad, como teléfonos de asistencia, ubicación de refugios, eventos de capacitación y gestión de donaciones, entre otros. Así que el gran potencial y el carácter público para llegar a millones de usuarios de forma gratuita, permite a las organizaciones humanitarias evaluar el trabajo de sus voluntarios en cometidos específicos,  a la vez que podría motivar la donación de incentivos y recompensas.

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Ahora bien, pensando en el anuncio inicial de esta entrada, en el que la Organización Mundial de la Salud realiza la declaratoria de emergencia internacional, viene a mi mente un refrán que he escuchado desde mi infancia: “cuando el río suena, es porque piedras trae”. Y si una institución de este tipo, lo hace, es hora entonces de que las autoridades de cada país, revise sus planes de comunicación estratégicas en especial aquellos de tipo preventivo, para mantener informada a las poblaciones con mensajes de utilidad sobre los riesgos a los que están expuestos y las posibles consecuencias de esta enfermedad.

Ceinett Sánchez

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