Una venezolana en China: 3 choques culturales que dificultan la adaptación

Decir tajantemente: “me quiero ir de Venezuela”, es fácil; pero tomar la decisión definitiva de migrar puede convertirse en uno de los “sí” más difíciles de articular a lo largo de nuestra historia personal. Sobre todo, si a pesar de la crisis económica, social y política que hoy en día experimenta nuestra hermosa pero maltratada Venezuela, tenemos la seguridad que partir de sus brazos supondrá alejarnos de lo que también amamos.

Podemos más o menos estar de acuerdo con lo que extrañaremos y perderemos al salir de nuestro país (familia y amigos, el clima y los imponentes paisajes venezolanos, la gastronomía, la música Latina, e incluso nuestro humor característico)… pero, ¿qué nos espera en nuestro próximo destino? De manera optimista respondemos: ¡oportunidades! ya sean laborales, educativas o que nos brinden mejor calidad de vida. Sin embargo, dentro del optimismo también sabemos que nos aguarda una realidad desconocida y diferente, y por eso en líneas generales intentamos buscar un destino que no haga tanto ruido con nuestra idiosincrancia.

Ahora, cuando es China el país al que estamos pensando irnos, automáticamente sabemos que la adaptación no va a ser fácil. Al menos en Venezuela, no es lo igual comentarles a tus familiares, amigos y conocidos que decidiste irte a vivir a Canadá, Francia o Brasil, a decirles que en realidad has tomado la decisión de mudarte a China… sí, a China. No hace falta agregar que la reacción generada en el otro puede ser tan parecida a la que al menos yo recibí cuando en vez de decirle a mis padres que quería ser médico, ingeniera petrolera o abogada, decidí en cambio estudiar algo llamado: “Sociología”.

Mientras algunos me dijeron “educadamente” que había… ¡enloquecido! otros en cambio de manera sincera celebraron la oportunidad. Lo que hoy en día rescato es que en ambos casos existió un dejo de desconocimiento, curiosidad e intriga por saber cómo es China y qué pasa acá. Aunque necesitaría toda una vida para entender y escribir sobre lo que sucede aquí, he decido ilustrar con 3 ejemplos lo que a primera vista generó en mí, en términos de Kalervo Oberg: un choque cultural.

  1. Gran cantidad de chinos y chinas escupen en cualquier momento y lugar.

En china es muy común ver y escuchar a mujeres y hombres escupiendo sin importar el lugar en que se encuentren: en la calle, dentro del autobús, en la mesa de un restaurante e incluso en la sala de espera del aeropuerto es frecuente escuchar el fuerte sonido emulado por el trabajo conjunto de garganta, boca nariz y pulmones; e incluso, de no tener suerte es bastante probable ver el resultado del sonido.

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Muy distante a los modales considerados como buenos dentro de la cultura occidental, las costumbres y maneras del país asiático responden a una visión distinta que define en otros términos lo correcto y lo incorrecto. En este caso, el accionar parte de la filosofía donde todo aquello malo o dañino que se encuentre dentro del cuerpo debe ser sacado inmediatamente. Por lo tanto, bajo la lógica de: mejor afuera que adentro, no se sienten inhibidos de escupir públicamente, así se encuentren en la oficina o en el ascensor de su edificio.

Sin embargo, es curioso que a pesar de ser un comportamiento tradicional, desde la organización de las Olimpiadas Beijing 2008, el Gobierno Chino promulgó una ley que prohíbe a los ciudadanos escupir en lugares públicos e incluso amenaza con multar a quienes quebranten la medida. A pesar del status de ley, muchos siguen haciendo caso omiso a la media. La ley puede correr el riesgo de ser letra muerta cuando va en contra del espíritu de la sociedad.

  1. Es común ver a niños y niñas haciendo sus necesidades fisiológicas en el medio de la calle.

La primera vez que me topé con esta realidad fue en un mercado popular chino en Xi’an al estilo del Mercado La Hoyada o del Cementerio en Caracas. En esa ocasión, una señora yacía sentada en un banquito situado al lado de su puesto de venta mientras sostenía en sus brazos a su pequeño hijo (de unos 3 años aproximadamente). En un parpadear de ojos, la señora le había bajado los pantaloncitos al pequeño, y éste en brazos de su progenitora orinaba felizmente a pocos centímetros del puesto de trabajo de sus padres.

Para mi sorpresa lo que allí ocurrió no fue un caso aislado, ciudades como Beijing o Shanghái son igualmente escenario de esta tradicional costumbre. En China, la mayoría de los niños usan pañales cuando tienen pocos meses de nacidos, con el tiempo, comienzan a vestir el tradicional Kaidangku, el cual es un pantaloncito que posee una abertura en el área de los genitales. De tal forma en caso de sentir alguna necesidad, el pequeño o la pequeña solo deben agacharse y resolver el problema, ya se trate del número 1 o el 2.

Le pregunté a dos amigos chinos, quienes han vivido en Europa por varios años y hoy están en la dulce espera de un bebe, si vestirían a la criaturita con el Kaidangku, respondieron inmediatamente: “Por supuesto, es nuestra cultura, los abuelos ya están comprando ropita para el bebé, de no hacerlo nos matarían”.

  1. La planta baja de los edificios, los pasillos y los apartamentos de los mismos, son el estacionamiento por excelencia de motos eléctricas.

En Venezuela ha sido ampliamente trabajado por sociólogos y urbanistas los problemas de convivencia generados cuando las familias pasan a vivir en la ciudad formal después de haber vivido toda su vida en barrios. Ha sido documentado, por ejemplo, cómo en los urbanismos de la Gran Misión Vivienda Venezuela, los habitantes han hecho uso erróneo de los ascensores, utilizándolos como medio para subir motocicletas a los apartamentos, ocasionando por lo tanto su rápido deterioro.

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En este sentido, ha sido un choque cultural ver cómo en algunos urbanismos de la ciudad de Xi’an, las motos eléctricas (medio de transporte masivamente utilizado por los habitantes) son normalmente estacionadas en masa en pasillos, apartamentos o incluso en la planta baja de los edificios. Encontrarse a la espera del ascensor y tener que esperar la salida de una o dos motos para poder entrar, o hacer espacio en el mismo porque una moto viene en camino, son momentos que dejaron de ser sorpresivos y se han convertido en eventos cotidianos.

Para finalizar…

Ser occidental, venezolana e inmigrante en un país como China pone a prueba valores como la tolerancia, el entendimiento y el respeto a las cosmovisiones de otras culturas. Intentar juzgar y criticar desde la mirada occidental, es perder la oportunidad de entender que hay otras verdades igualmente válidas a las nuestras, las cuales aunque vayan en dirección opuesta a lo que culturalmente hemos aprendido como bueno-malo o correcto-incorrecto deben no necesariamente ser compartidas, más sí respetadas.

Comentarios

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5 Comments
  1. Que interesante poder conocer que en china existe esta prenda de ropa llamada “Kaidangk” bueno tal vez la veremos muy pronto en venezuela.

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  2. Esos Chinos Tienen unas costumbres mu extrañas, aunque ya lo de las motos se esta viendo mucho en Venezuela

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  4. Muy cierto todo, al principio resulta bien chocante, aunque lo de las motos no tanto.

    Me gustaria aportar al tema hablando de algo que parece chocante a los chinos que los occidentales hacen, y es para ellos bastante insolito por la misma regla de “mejor afuera que adentro”

    Sonarse la nariz con un pañuelo y luego meterlo en el bolsillo, cartera… Sonarse la nariz en la mesa cuando se esta comiendo (venezolanos no hacemos eso pero otros occidentales si) es considerado muy desagradable

    Ahora ya saben si vienen a china, escupan todo lo que quieran pero no usen “pañuelos reutilizables” LOL

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  5. Hola Daniel!

    Gracias por el comentario, tienes mucha razón. Las visiones son totalmente opuestas. He hablado del tema y también leido acerca del mismo, y para ellos nuestras costumbres también representan igualmente un choque cultural.Lo del pañuelo es un buen ejemplo. Muchos de ellos no entienden por que nosotros preferimos aguantar las ganas de escupir, hasta llegar a un baño y hacerlo en privado. O en el peor de los casos, no conciben cómo podemos preferir tragarlo (para no pasar verguenza) en vez de sacarlo.
    Un abrazo.

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