Hartos hasta los tuétanos

 

“soy tolerante hasta con los intolerantes”. Andrés Calamaro.

¿Qué pasa? Unos, opositores al gobierno de Nicolás Maduro y detractores del movimiento instaurado por Hugo Chávez, dicen que se trata de una protesta civil y cívica contra una dictadura que cercena los derechos de los venezolanos, un gobierno corrupto e ineficiente que ha desperdiciado la época de vacas gordas (obesas) que ha tenido el país. Otros, seguidores y votantes del gobierno, aseguran que es una protesta de las clases ricas y poderosas que nunca se han resignado con las derrotas electorales propinadas por el chavismo y que quieren volver al poder, para volver a relegar al pueblo a una pobreza generalizada, y atomizarse en un estado neoliberal y capitalista salvaje.

¿En quién creer? En este caso creer o no ya no es un hecho científico sino meramente emocional. Crees en lo que te sientes identificado y no en el que ta da los mejores argumentos para creer. Así, Unos y Otros han relegado sus puntos de encuentros a otros aspectos de la vida, en la música, en el estadio, en el humor, y quizás sean estos elementos para recordar que a pesar de lo político, somos hermanos, amigos, compinches, ciudadanos de este hermoso país: Venezuela

¿Hartos hasta los tuétanos? En el centro hay personas que no comparten ni una ni otra visión. No creen que haya una dictadura ni tiranía y tampoco que el gobierno represente a los pobres. No estamos hablando de unos pocos indecisos, estamos hablando de aproximadamente un tercio de la población, aunque el porcentaje se reduce en los momentos electorales que, por supuesto, son el non plus ultra de la polarización. Los centro, los “ni-ni”, los indecisos, consideran que ninguno de los lados tiene la razón absoluta, por el contrario les otorga a ambos la razón parcial en las cosas. Están  hartos hasta los tuétanos de vivir entre oficialistas y opositores; hartos de que cada elección sea un lucha entre la vida y la muerte, el bien y el mal, la libertad y la esclavitud. Hartos de violencia, de ataques, de dimes y de diretes, de marchas y contramarchas, de guarimbas y “gas del bueno”. El centro quiere vivir en otra Venezuela, donde la tolerancia es un ejercicio diario, donde trabajar es un derecho ejercido por todos, donde la calidad de vida es lo común y no la excepción, donde existe un Estado (con sus instituciones) que impone y hace cumplir las normas sin desmejorar los derechos de los venezolanos.

Este Cambur no es un puesto oficial en algún ministerio, no es una gobernación o alcaldía opositora, no. Este es un Cambur para los que no tienen su cambur, para los que luchan día a día por poner la arepa en la mesa y para los que quieren un país del dialogo y la concertación, un país que sea un estado social de derecho y de justicia, sin dejar de lado a los más vulnerables en la construcción de un PAÍS, pero que premie el esfuerzo personal, la meritocracia, de aquellos que deciden hacer de su vida un espacio de progreso para la nación

No sueltes el cambur

Expresión venezolana: Aquí nadie suelta ese cambur

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