Cada vez que alguien me dice: ¿para qué ves series, si todo lo que ponen ahí es mentira? Tengo un inevitable impulso al más puro estilo de Ally McBeal: me desdoblo y, en un universo paralelo, le doy una gran bofetada a mi interlocutor. ¿Por qué? Porque no se puede (ni se debe) ser tan ciego en esta vida.
Todo el alboroto que generaron los venezolanos luego de que EE.UU. sancionara a funcionaros venezolanos presuntamente señalados de cometer actos de tortura en el país y, casi inmediatamente, se conociera de la investigación del partido Republicano sobre casos de tortura a manos de CIA después del 11S me hace pensar en el concepto de vivo-bobo que tanto nos gusta criticar. Sólo con echarle un ojito a la tv, sabríamos que ese es un secreto a voces.
Ya en sus inicios (S02E06) Covert Affairs, sin ser una serie popular, de actualidad o reconocida por su adecuación histórica nos mostraba a unas agentes de la CIA capturadas en una cárcel secreta en la zona fronteriza entre Belarús y Polonia. Estamos hablando de que ese capítulo fue transmitido en el 2011.
Nicholas Brody en la torre de david ficticia.
Está bien, digamos que hasta el capítulo de Homeland en la Torre de David, no se había despertado nuestro interés en las series de espionaje. Pues resulta que en el 2014, Criminal Minds (S09E14), que ya tiene 10 temporadas al aire, tuvo la delicadeza de mostrarnos a una de sus agentes como víctima de tortura. Allí, JJ (A. J. Cook) es secuestrada y torturada por causa de una misión que lideró años antes en un territorio hostil del oriente medio.
Y si la historia todavía nos parece vieja, podemos volver a Covert Affairs. En un capítulo recientico (S05E13) transmitido el pasado 20 de noviembre, vemos las dos caras de la moneda: Auggie y Tash torturados por un espía georgiano en la búsqueda del asesino de su hermano y, para que no me tilden de pro yankee; en ese mismo capítulo vemos a la Annie despiadada que nos habían mostrado en los S05E02 y E03 de julio, esa a la que no le importó infligir dolor físico o emocional en un prisionero con tal de conseguir de él lo que necesitaba para completar su misión. Entonces, me pregunto: ¿todo lo que se ve en televisión es mentira?
Señores: no hay peor ciego que el que no quiere ver, ya se los comenté hace unas semanas en otro artículo y ya va siendo hora de que abramos los ojos por decisión propia. No pido salir de la calle ni echarse un baño de Patria –que de eso tenemos bastante- pero afinar la mirada crítica (constructiva) ante lo que ocurre alrededor podría ayudarnos a construir un país (y una ciudadanía) más parecido al que queremos.
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