¿De qué sirve conocer la mente de un criminal?

A ver, la semana pasada les conté de un capítulo de Criminal Minds (S10E04) que tenía cierto valor simbólico aprovechable, pero en realidad nunca les he hablado de esa serie. Bueno, lo primero que debo decirles es que, después de NCIS, es la serie de investigación forense con la que más me ha costado engancharme. Cosa que es muy rara en una alta consumidora de contenidos criminalísticos como yo.

De esta serie no he visto en orden más que las 3 últimas temporadas (de 10), las otras las he visto desordenadamente según los caprichos de repeticiones de Axn; por lo que considero que tengo tela de dónde cortar. El primer punto a resaltar es la estructura: todos los capítulos de las 10 temporadas de la serie (saquen cuentas), están escritos sobre la base de un teaser, seguido de una frase de autor que presenta el tema del día, el desarrollo del mismo y otra frase de conclusión que cierra el capítulo. Ya por aquí le doy un punto a sus escritores, no está fácil conjugar las líneas discursivas de las historias de 6 personajes principales –aunque algunos se hayan ido y regresado, cambiado, muerto o encubierto, por 10 años-, con el discurso individual del tema del día, más esas costumbres gringas de enmarcar los capítulos en las festividades del calendario.

Esta serie se basa en las operaciones de la BAU (Unidad de Análisis del Comportamiento del FBI, por sus siglas en inglés), conformada por criminalistas, psicólogos, lingüistas, expertos en tecnologías y agentes de campo, quienes investigan, principalmente, casos de asesinos en serie. La metodología de trabajo de la BAU se basa en analizar la escena del crimen para determinar el perfil psicológico del perpetrador en casos donde las huellas digitales o el ADN podrían no ser conclusivas.

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En cada capítulo, la BAU comparte sus conclusiones con la policía local, para emprender en conjunto la búsqueda del criminal, y es aquí donde estaba mi relación de amor-odio con esta serie: durante, más o menos, las 4 primeras temporadas, la presentación del perfil criminalístico se hacía a manera de foro, donde cada uno de los integrantes de BAU exponía lo que le correspondía según su área de experiencia; muy a menudo, comparaban al criminal del capítulo con sonados criminales estadounidenses reales (otro punto para los escritores) lo que le daba más énfasis a la importancia de reconocer conductas aberrantes a nuestro alrededor. Sin embargo, -y justo aquí es donde viene la parte del odio-, visualmente, este foro era presentado con un horrendo Chroma Key (¿Saben? La pantallita verde…) donde descontextualizabas al expositor sobre una nube de fotografías o videos de los archivos policiales históricos.

Este error de juicio de la dirección fue lo que me alejó de la serie por poco más de 5 temporadas, de verdad, se veía mal, ridículo. Visualmente, interrumpía el hilo narrativo de la historia y creo que se dieron cuenta de que era eso porque justo cuando la popularidad de la serie empezó a caer (a mediados de la temporada 5), lo eliminaron y ya alcanzaron el doble del tiempo al aire.

A pesar de ello, hoy por hoy, me he puesto a la tarea de ver las 5 primeras temporadas cronológicamente. No será hoy, ni mañana, tal vez ni siquiera la semana que viene porque hay mucho por ver y por contarles; pero, definitivamente, la riqueza discursiva de la serie debe ser apreciada en su totalidad.

Y es que, como buena serie de investigación criminal psicológica, los personajes principales de la serie están magistralmente escritos y definidos con historias lo suficientemente complejas como para darle más tela que cortar a la idea central de la serie, pero lo suficientemente ligeros como para que no la ahoguen como pasó con Grey’s Anatomy (después hablamos de eso).

Todos los personajes tienen una riqueza única, pero son 6, sin contar los que se han ido que son igualmente profundos. Por lo que si me pongo a contárselos todos pasaremos el día entero, si no es que toda la semana, contándoles de los muchachos. Así que elegí dos, para ilustrarles este punto: uno femenino y uno masculino para quedar tablas.

garciaPenélope García: en la BAU es la experta en tecnología. Era hacker y no está presa por jugar con los sistemas del Gobierno, precisamente porque el FBI la reclutó. Es el concepto de mujer hípster elevado al infinito, de paso, es hija adoptiva de unos mejicanos y tiene algunas costumbres interesantes propias de ese país. Entre su sobrepeso y sus aficiones impropias de la mujer promedio (juegos en líneas, bases de datos, etc.), tiene poca vida social fuera de la BAU lo que constituye en sí mismo su fortaleza y mayor debilidad.

On The Set Of Criminal Minds - Los Angeles

Dr. Spencer Reid: podemos decir que es un remake versión psicólogo del Doogie Howser M.D. Se graduó de secundaria a los 13, de psicólogo a los 17, Phd a los 21. Está en BAU desde los 24 cuando era asistente de Jason Gideon (uno de los fundadores de la unidad, retirado de la serie hace años). Es Asperger (pero menos molesto que Sheldon Cooper de The Big Bang Theory), lo que le hace muy difícil relacionarse con otras personas. Adicionalmente, su madre es una escritora esquizofrénica de la que él tuvo que hacerse cargo desde los 13 años y, por si fuera poco, cuando por fin consiguió una novia virtual, el matón de turno la usó de escudo en un suicidio/homicidio que le tocó presenciar en primera fila.

De allí en adelante tenemos historias varias de familiares víctimas de los maleantes perseguidos, divorcios por atender más a los delincuentes que a la familia, miedo a comprometerse por lo arriesgada de la profesión, víctimas de abuso que no permitieron que eso les destruyera, malandritos de poca monta, conspiraciones domésticas, bolas de nieve, amenazas terroristas y todo un abanico de historias que conviven juntas pero no revueltas, que quedan en espera, se resuelven, vuelven más tarde o son punto de partida a nuevas historias en una espiral que podría no tener final.

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Así como no creo que tenga final a todo lo que esta serie, desde el punto de vista psicológico y conductual, nos puede ofrecer a los espectadores críticos, a quienes vemos la tv como más que un recurso de entretenimiento, a quienes comprendemos la diferencia entre el morbo aberrante de los contenidos tipo crónica roja y el valor preventivo aprovechable en vitrinas como Criminal Minds.

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