Emprendamos y erremos

Empiezo este artículo polemizando con nuestro insigne educador Simón Rodríguez, quien acuñó la famosa expresión “Inventamos o erramos”, haciendo un llamado a su época a no sucumbir ante modelos foráneos, en una clara invitación a ser originales en la procura de instituciones y gobierno aptos para nuestras circunstancias.

Sin embargo, en esta oportunidad me permito usar la frase modificando su enfoque ¿La razón de esta propuesta? A mi parecer no existe invención posible huyendo o satanizando la posibilidad de error en el proceso de innovación y al aprendizaje que ello conlleva.

En el Índice Mundial de Innovación, Venezuela está en el nada honroso puesto número 122 de 143 países, descendiendo cerca de 20 puestos en los últimos tres años, y colocándonos detrás de Honduras, Ecuador, Bolivia o El Salvador. Es decir, a casi dos siglos del “inventamos o erramos”, hemos inventado poco y no hemos errado lo suficiente (lo suficiente para aprender a edificarnos como un país de innovación).

Sin ignorar que el país cuenta con una significativa fuga de talentos, y un desaprovechamiento de años de formación intelectual, este informe de Insead, la Universidad Cornell y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de la ONU -que evalúa temas tan cruciales como: instituciones, capital humano e investigación, infraestructura, desarrollo del mercado, desarrollo empresarial, producción de conocimientos y producción creativa-, evidencia que esta falta de innovación no se debe al desarrollo del capital humano y la producción de conocimientos de los venezolanos, sino que las más bajas calificaciones se encuentran al medir el desempeño de las instituciones gubernamentales y el desarrollo del mercado nacional.

¿Qué recomendaciones se desprenden de este documento? Además de tener en cuenta el rol facilitador a que está llamado el Estado, y la concertación de políticas que contribuyan a dinamizar la productividad y el crecimiento económico, se necesita mejorar las destrezas de las personas desde el aula para así apuntalar la innovación.

A partir de la interacción que he logrado tener con chicos de nuestras escuelas e investigaciones que he podido manejar, se observa que un porcentaje significativo de jóvenes tiene una baja disposición a asumir riesgos emprendedores, y es que detrás de ello se encuentran rasgos culturales que promueven la aversión al riesgo y la penalización del fracaso.

Ahora más que nunca se hace necesario promover el emprendizaje, una mezcla de aprendizaje en base al emprendimiento, lo cual trae consigo un poderoso efecto pedagógico que celebra los aciertos y pero también aprovecha los errores que atraviesa toda innovación. Estoy seguro que nuestro Simón, el maestro, acordará la pertinencia de una Venezuela de invención y emprendimiento con solidaridad, en el que el error, y la superación del miedo al fracaso, sean parte de los aprendizajes ineludibles para poder arriesgarnos a reimpulsar nuestro país. La consigna es: #LaCosaEsEmprender.

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