Venezuela y el cambio climático

El presidente Nicolás Maduro, en su discurso en la apertura sobre la Cumbre del Clima en la Organización de las Naciones Unidas, habló sobre la necesidad de cambiar el sistema capitalista como precondición para la preservación del medio ambiente, denunciando las economías adjetivadas como “verdes” que, a su juicio, enmascaran la contaminación del planeta. Cualquier ecologista suscribiría buena parte de los cuestionamientos del primer mandatario venezolano. Sin embargo, añadiría la propia responsabilidad actual del país en el cambio climático, uno de los temas centrales de la reunión.

El presidente Maduro estaba acompañado del hoy canciller Rafael Ramírez, durante varios años presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), la estatal productora de crudo. Según un informe difundido por la organización Greenpeace es precisamente PDVSA parte de la lista de las compañías internacionales con mayor incidencia en el fenómeno del cambio climático. La investigación no podría calificarse como parte de la “guerra mediática” denunciada por el gobierno de Miraflores, pues encabezando la lista se encuentran las empresas transnacionales que cualquier bolivariano promedio calificaría como representantes del “capitalismo salvaje”: En orden de importancia Chevron, Exxon Mobil, Saudi Aramco, British Petroleum, Gazprom, Shell, National Iranian Oil Company, Pemex, Conoco Phillips y, de último, PDVSA. El propio programa de gobierno del madurismo, presente en el llamado “Plan de la Patria 2013-2019” plantea duplicar la producción nacional de hidrocarburos y gas para el año 2019.

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El discurso ambientalista del presidente Maduro no coincide con la disminución de importancia del Ministerio del Ambiente tras la reciente fusión con el Ministerio de Vivienda. De esta manera se desdibujan las funciones del ente que debería ser el contrapeso institucional del proyecto de profundización extractivista puesto en marcha por el gobierno. Tampoco es cónsono con la violación de los preceptos constitucionales sobre la obligatoriedad de realizar y difundir estudios de impacto ambiental para actividades invasivas de la naturaleza, como lo son los diferentes yacimientos de minerales que están siendo explotados a lo largo y ancho del territorio nacional. Si el presidente Maduro quisiera dar el ejemplo de gobierno con sensibilidad ambiental debería ordenar la realización y difusión del estudio de impacto ambiental al yacimiento aurífero ubicado en Las Cristinas, estado Bolívar, recientemente entregado a empresas de origen chino, según sus propias declaraciones. Otra muestra de buena voluntad sería el reimpulso, con la necesaria voluntad política del proceso de demarcación y entrega de territorios indígenas, como lo establece la Carta Magna, hoy paralizado. Como han denunciado comunidades yukpa, wayúu, kariñas y pemonas en diferentes puntos del país, las actividades mineras están causando impactos en su modo tradicional de vida así como cambios sociales y culturales de importancia. Como cualquiera puede constatar, las comunidades aledañas a yacimientos y refinerías no se benefician de esta economía de enclave. Al contrario, sufren los efectos directos de la contaminación que aumenta su situación de pobreza y precariedad mientras la estatal PDVSA gestiona los programas sociales cuya falta de sustentabilidad a mediano plazo ni siquiera los podría calificar a la calificación de “economía verde”.

El modelo de desarrollo promovido por los gobiernos bolivarianos ha continuado la vieja aspiración de la llamada “IV República” de “sembrar el petróleo”. De hecho el proyecto de expansión petrolera realizada durante los días de Hugo Chávez había adoptado las palabras de Arturo Uslar Pietri. Esta noción sobre lo que es el progreso y cómo alcanzarlo es compartida no sólo por los afectos al llamado “Socialismo del Siglo XXI” sino por el conjunto de actores políticos del país. Por diferentes razones la discusión sobre modelos de desarrollo alternativos, presente en el resto del continente, no ha llegado a Venezuela. El Centro de Ecología Social de Uruguay, por ejemplo, ha desarrollado una propuesta de transiciones de sociedades petroleras a post-extractivas, de la cual hay sugerentes ideas que pudieran alimentar el debate pendiente entre nosotros.

Durante su intervención en la ONU el presidente Maduro le pidió al resto de mandatarios presentes “menos palabras y más acciones”. Curioso: Mientras espera el derrumbe del capitalismo la propuesta gubernamental es explotar todo lo posible bajo tierra y acabar con la biodiversidad y las culturas tradicionales para acelerar la implosión.

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