A Chuao por los caminos verdes
Actualmente, el sendero es usado -en muchísimo menor proporción- para transportar cosechas, principalmente café, plátanos, cambures (bananos), frijoles, tubérculos y cacao; pero, sin duda que el uso más frecuente que se le ha venido otorgando ha sido para afianzar el desarrollo ecoturístico del municipio Santiago Mariño del estado Aragua mediante la realización de caminatas contemplativas, competencias selváticas y recorridos ecoturísticos.
El primer tramo del sendero, es relativamente exigente. Se recomienda hacerlo de noche desde el sector “Pedregal”. Dada sus condiciones amplias y despejadas (tipo corta-fuego) y por el hecho de no haber incidencia directa de los rayos solares, disminuyen considerablemente las posibilidades de deshidratación para quienes los transitan en ese fresco horario.
Para iniciar la segunda etapa de la travesía, los caminantes se adentran en el corazón de la selva nublada, atravesando varias quebradas y pasos de río. Existen también impresionantes lomas despejadas cubiertas por helechos que permiten ver libremente todo el esplendor del cielo y los imponentes parajes montañosos que los rodean. Se cuentan en total 7 pasos de helechales; sin embargo, y dada la relativa cercanía que hay entre ellos, muchas veces quienes los cruzan, cuentan uno de más y a veces uno menos, es por ello que Aventuras Xtremas bautizó esos pasos como “Los Helechos Mágicos”. Luego de pasar los helechales, los caminantes se encarrilan por el medio de estrechos zanjones de tierra que por su similitud en lo que respecta a los laterales de la misma con una pared, fueron bautizados por los excursionistas como “Las Paredes” hay un total de 7 que junto a los helechos suman 14 espectaculares pasos que evidencian la proximidad al Río El Medio, que es seguido luego de un moderado trecho vertical por la “Cueva del Tigre”.
Para cerrar la segunda etapa e iniciar la tercera, primero comienza a evidenciarse una transición climática y ambiental mostrando una elevación de la temperatura y un incremento de la vegetación xerófila en el preciso instante que se sale de la zona selvática y se llega a la hacienda “El Paraíso”. Al salir de la espesura selvática, pasamos un pequeño caserío en el que habitan familias campesinas quienes junto a sus curiosos y simpáticos niños reciben atentos – por el alboroto de perros y otros animales domésticos- la llegada de los expedicionarios a los patios de sus casitas rurales, hechas de bahareque (mezclas de barro arcilloso y varas de caña amarga).
La cuarta etapa de la caminata, muestra un largo descenso, bastante árido y despejado, en el que se observa contrastantemente a esa realidad del terreno, una imponente selva del lado izquierdo del caminante que la recorre en el sentido que va hacia el pueblo, la cual es dividida por un precipicio que guarda en sus suelos bajos, corrientes fluviales que saltan formando sonoras cascadas y relajantes pozos encantados, que varían sus tonalidades al pasar por encima de las grandísimas piedras, por el reflejo de los tupidos árboles, el cielo y las lianas que adornan todo ese espléndido tesoro escondido, al cual se puede acceder si se altera el descenso hacia el costado izquierdo de la vía principal unos 15 minutos siguiendo un sendero alterno al que se le reconoce cuando se observan unas cruces pequeñas antes de abrirse hacia el costado indicado.
Este paraíso es custodiado por una pared amurallada que fácilmente sobrepasa los 150 metros de altitud. Retomando nuevamente la ruta de descenso de esta cuarta etapa, la cual es llamada por quienes van hacia el pueblo “La Bajada de Paraíso”, se llega a la parte baja, obteniendo como recompensa un refrescante encuentro con las aguas del Río Tamaira. Inmediatamente después de finalizar esta parada, los aventureros y sus guías reinician su travesía nuevamente, pasando junto a los sembradíos de cacao y café que representan el jardín característico del lugar, hasta hacer sonar la plataforma metálica de la pasarela que decreta oficialmente la llegada a la “Tierra del Mejor Cacao del Mundo”.
Finalmente la quinta y última etapa comprende un tramo de 4 kilómetros. Es recorrida a bordo de viejos camiones o de minibuses hasta la Bahía de Chuao.
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