En la piel wuayúu

En días recientes tuvimos el honor de ser invitados a compartir un Taller sobre derecho a la asociación indígena en Paraguaipoa con diversos líderes y lideresas Wayúus que defienden los derechos de sus pueblos y comunidades en la Guajira venezolana. A su vez, a través de testimonios y denuncias conocíamos la problemática desde lejos y queríamos constatar in situ lo que acontece en la zona a consecuencia de la militarización y los planes de control estatal contra el contrabando. Así nos animamos a emprender un viaje tratando de abrir bien los ojos y los oídos.

Nuestro primer trago amargo, fue el Terminal Wayúu, literalmente  un terraplén de tierra, con unas columnas de cemento que sostienen un techo  erosionado por el tiempo al igual que el pequeño pedazo asfaltado lleno de huecos,  agua estancada, basura y mosquitos que funcionan como piso.  Allí se paran los vehículos de la línea, carros de estructura amplia modelos de los 70´y 80´ que no tienen como disimular sus laboriosos 40 lustros. Los piratas son iguales pero no pertenecen a la línea y cobran más por la necesidad humana. También se encuentran las  conocidas perreras, camionetas con estructuras de cabina intervenidas para la colocación de asientos de hierro y agarraderas que sirven para los que asumen el riesgo de ir parados y por fuera en trayectos que pueden durar horas.

Tras la militarización de la zona a partir del año 2010 producto de la vaguada,  con la aprobación de 60 consejos comunales de la zona con la promesa de la reconstrucción de la Guajira venezolana, y posteriormente afianzándose la presencia militar, este último año con el plan anti contrabando y el Plan choque, el secreto a voces del estado de excepción que reina a partir del puente sobre el Río el Limón, línea fronteriza que separa el municipio Mara con la Guajira se siente y padece con la violencia y tosquedad típica de todo cuartel.

El puente custodiado por los militares se cierra a partir de las 6pm para camiones de cargas y carros particulares y a partir de las 10pm para el transporte público, el derecho a la libre circulación y tránsito tiene horario militar. No hay para el ciudadano común posibilidad de traspasarlo una vez establecido el toque de queda sobre el puente. Ambulancias, entierros, estudiantes, madres, trabajadores, la vida de sus pobladores queda suspendida hasta el día siguiente.  Quién desee en horario “permitido” pisar el asfalto sobre el agua es revisado exhaustivamente para evitar el contrabando, lamentablemente no bajo el precepto que rezan nuestras leyes y el protocolo de respeto a la dignidad y los derechos Humanos sino en calidad de sospechoso con el saludo “qué hay por ahí¡?. Si por ahí,  hay algún mercado incluso con factura de adquirido fuera del Zulia,  “la Coima” como le dicen al pago ilegal es proporcionada obligatoriamente por los ciudadanos a solicitud de los efectivos del estado venezolano. Sólo 2 opciones, o Coima o llegar con las manos vacías sin comida, robado  y vejado. Hasta Paraguaipoa hay 5 paradas adicionales entre militares, GNB y policía nacional y en todas, ese manual de procedimientos se cumple al pie de la letra.

Nuestro viaje en los zapatos del wayúu no fue ni remotamente cercana a su realidad, lo único donde fuimos igualitariamente tratados fue en el aeropuerto internacional de Maiquetía. El  vuelo debía partir según reza el pasaje y elección de compra a las 11:15am pero sin posibilidad de preguntas, sin oficina, ni atención al cliente, al lado de la pancarta bellamente impresa del Indepabis con los derechos del usuario,  recibes como respuesta a la impertinente angustia un “no podemos hacer nada si quiere se va”.  Despegamos a las 3:30pm en un avión que cumplió cabalmente con la ruta del vértigo quizás como forma institucional de contribuir con el uso razonable y equitativo de los asientos disponibles. Un viernes después de las 3pm no existe transporte público disponible en el terminal de Maracaibo para la Guajira, es obligatorio ir al terminal Wayúu o a la salida de la ciudad a esperar lo que salga. 300Bs por persona cobran los piratas cuando los “legales” se acaban, baja a 250Bs si toca viajar en la parte de atrás de una pico sin techo,  cuando la tarifa normal es de 30Bs, la perrera que nos llevó hasta nuestro destino final pidió 150Bs por persona.

Nuestro primer “Qué hay por ahí ¡?” provino de un oficial raso del ejército previo a la parada del Puente el Limón, 2 sacos de cemento generan elevación de cargos jerárquicos castrenses, “mi general no hay nada más, venga para que hable con el chofer”,   nuestras vestimentas, color de piel y bolsos, desviaron la mirada de la niña y los dos hombres. “Váyanse, váyanse” mientras guardaba el preciado papel con el rostro del Libertador Simón Bolívar,  dos cardenales y el número 100.

“Yo trabajo en Maturín como agente de seguridad, pero vengo cada 15 días a visitar a mi familia y traerles el mercado, aquí vive mi esposa y mis hijas, ella la más pequeña que vino a esperarme al terminal, llevo 4 litros de aceite con factura, dos arroz y dos harina, la vez anterior tuve que pagar para que no me quitaran lo que traía”, las palabras salían de un señor de 40 años de edad, piel canela, cabellos negros y ojos rasgados, perteneciente a la etnia Wayúu ¿Y pasa siempre? pregunto. “A cada rato, ahora es que faltan cuando lleguemos allá ese saco de cemento vale como 1500Bs”, contesta el Wayúu joven del frente. Ese cemento lo deben conseguir como en 500Bs cada saco en Maracaibo y van pagando de a 100, cuando llega vale mucho más caro.  Ojalá no haya cola en el puente porque si no vamos a llegar como a las 11 de la noche. La tristeza y no la luna remplazan al sol y se divisa a lo lejos rayos y centellas típicos por la época ¿Te imaginas las explicaciones que los indígenas le daban? ¿Sería que alguien estaba arrecho? me comenta en voz baja mi compañero de viaje.  15 minutos después llegamos a la segunda parada… ¿Qué hay por ahí?¡ A bajarse todo el mundo del camión! Dos sacos de cemento y uno de maíz, Bolívar nuevamente libera del opresor. Hacia mis adentros pienso, ¡No van a estar arrechos, esto no tiene perdón de dios¡.

3 paradas más iguales y por fin llegamos, en el trayecto nos enteramos que el galón de gasolina se compra en Maracaibo en 250Bs y se vende en la raya (la frontera) en 850Bs y la gente lo paga, porque en Colombia la venden en pesos y al cambio le ganan mucho más.

A la mañana siguiente nos sorprende que los únicos cajeros bancarios disponibles en la Guajira están en el Moján o en el puesto fronterizo del ejército. Una hermosa sede del Seniat acompaña el estamento militar y alberga 2 bancos. Un cajero siempre debe estar funcionando y con efectivo en sus entrañas. Haciendo la cola una señora nos pide ayuda porque con los nervios no puede concentrarse. Le advertimos que eso no se debe hacer, es muy peligroso,  pero ella insiste en que tenemos cara de buenas personas. Tengo que sacar 3mil bolívares, me estaban pidiendo 5mil (el ejército) me dijo que sacara del cajero pero el cajero no me da esa cantidad.”Llevo una harina pan, y un repuesto para mi carro con factura legal y si no les pago me lo quitan ¿Desde cuándo un repuesto de mi carro es contrabando? Y no puedo pelear porque me dejan presa”.

Según cifras de la Fundación Integral de los Derechos Humanos de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Zulia, en el retén del Marite hay aproximadamente 650 mujeres Wayúu presas y cerca de 250 hombres. Acusados de contrabandistas, y procesados por la ley de precio justo, y contra el terrorismo. La mayoría alega que se negó a pagar la coima o a entregar sus mercados y que eso les valió la cárcel. Denuncian que para presentar resultados con cifras de toneladas de comida retenida en la frontera, el ejército va quitando y acumulando el mercado de la gente aun teniendo sus facturas para consumo personal, cuando tienen un número considerable llaman a los medios. Organizaciones indígenas y de defensa de los derechos humanos de los pueblos y comunidades en la Guajira, han elevado sus denuncias ante el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo. Uno de los logros fue la destitución de una fiscal del distrito que agredía no sólo verbalmente a los indígenas sino que a la mujeres las halaba del cabello y maltrataba físicamente. La excusa del contrabando ha generado casos de torturas contra indígenas, cientos de detenidos e incontables humillaciones verbales y físicas. El vejamen y la criminalización se han hecho cotidiana en la vida de los Wayúus. Es muy grueso tragar cuando un testimonio alega: “Los niños ya no quieren ser wayúus porque tienen miedo que al crecer sean humillados y maltratados”

A medio día nos enteramos que Los Filuos, zona comercial de Paraguaipoa, amaneció tomada por los militares, en la tarde llegaban denuncias de que efectivos castrenses cerraron el puente y requisaban  a los indígenas, la denuncia más grave, una abuela Wayúu fue maltratada y golpeada por no entregar su mercado. Una llamada urgente hecha por alguien a una aliada en un alto nivel del gobierno generó que abrieran el paso y dejaran a la abuela en libertad. En la noche desde el alojamiento a 150 mts de la frontera nos sentábamos a ver pasar por la raya, y bajo una tormenta eléctrica los camiones de gasolina.

De vuelta a Caracas, tomamos un por puesto ocupando 4 de los 5 asientos disponibles para pasajeros. Nos acompañaba una joven mujer wayúu, enfermera del hospital de Maracaibo y el conductor. Pasamos por las mismas 5 alcabalas y siempre fuimos conminados sin requisas a proseguir, mientras el paisaje era de camiones de carga con decenas de indígenas bajándose o en largas colas mostrando sobre mesas improvisadas sus bolsos. Abuelas, abuelos, madres, niños, niñas, adolescente, todos sin el privilegio que teníamos nosotros de ser tratados como seres humanos y de seguir nuestro camino porque no vestimos, no hablamos, no tenemos los mismos ojos ni su color en nuestra piel.

Venezuela, a pesar de la constitución de la república y su capítulo VIII, sobre los derechos de los pueblos y comunidades indígenas, tiene al nor occidente un endógeno apartheid, que se nutre de nuestros miedos, de la polarización, de la división, de los urgentes por sobre los importantes, de la acusación con falsa moral, de la complicidad parasitaria,  de la explicación fácil, del racismo enmascarado, del silencio.

“Si hay hermanos que por la necesidad son bachaqueros, pero son una minoría. Nosotros desde que existimos nos hemos trasladado, no tenemos la frontera Colombia-Venezuela, toda la alta guajira es nuestro territorio, llevamos nuestra comida para nuestros familiares, para nuestras fiestas, para nuestros encuentros. Eso no se puede hacer más, nuestra cultura se está perdiendo, un entierro que es sagrado y se acompaña de alimentos ya no podemos hacerlos, cómo van a descansar y elevarse nuestros muertos? Los Wayúus siempre hemos existido y siempre hemos hecho lo mismo, por qué ahora nos tratan como bachaqueros, como contrabandistas, como terroristas? dónde están los verdaderos culpables, las verdaderas mafias, los que sí están haciendo daño al país? Será que quieren que nos cansemos y abandonemos nuestras tierras, que desaparezcamos?”. Mujer Wayúu

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