La negatividad y otras taras

La negatividad y otras taras

El mito de los zapatos blancos

Gala Gabriela persiguió en Caracas el mito del zapato blanco.

Gala Gabriela persiguió en Caracas el mito del zapato blanco.

Esta semana tocó que la familia formara una cruzada para conseguir los zapatos para el colegio de mi sobrina menor. La abuela, la madre, el padre, la tía, cada uno de los miembros de la familia tendría que cubrir una zona para conseguir el santo grial.

Días antes, había leído en un diario sobre lo difícil que estaba conseguir ciertos útiles escolares, además de todo lo necesario para el uniforme escolar, producto de los problemas de importación propios de nuestro país.

A mí, me correspondió cubrir la zona de Chacaíto. Tienda tras tienda los vendedores hacían un gesto negativo con la cabeza, sin proferir una palabra, tras yo preguntarles por los zapatos deportivos blancos talla 26.

Invoqué en más de una ocasión a apelativos cariñosos como mi vida, mi amor, flaca, cariño,  para ganarme la simpatía de los vendedores para lograr que me quisieran atender, e intentaran conseguir una solución a mi problema. Esperaba que me dijeran “Señora, aquí no hay pero en tal tienda sí” o “Señora, no hay totalmente blanco, pero está este modelo que tiene unas líneas pequeñas rosadas que también le pueden servir”, pero a cambio solo recibía monosílabos como “No hay”. Otros eran tan fatalistas que me decían con cierta satisfacción “No hay y no encontrará”, esos me daban miedo, gozaban de dar la mala noticia y ver mi cara de desesperación.

Al segundo día de caminar, los zapatos blancos, deportivos, talla 26, no eran un mito. Hallé el santo grial y estaba en oferta.

El viaje imposible

Con un poco de riesgo y el pasaporte por vencerse si se puede viajar.

Con un poco de riesgo y el pasaporte por vencerse si se puede viajar.

Hace unos meses, compré un boleto para México. Estaba sumamente feliz de conocer el país azteca y visitar a una buena amiga. El día que compré el pasaje se lo comenté a un amigo, lo primero que me preguntó fue “¿Tienes el pasaporte vigente?”.

Tantas cosas que pudo preguntar o decir y precisamente tenía que ser eso. Al día siguiente busque el pasaporte. Efectivamente vencía a pocos días de volver de mi viaje, y según un comunicado oficial,  los pasaportes deben tener una vigencia de seis meses – como mínimo – para poder viajar.

Obviamente, solicité el nuevo pasaporte y no logré conseguirlo para realizar este viaje. Busqué por Internet sobre lo viable de salir del país con ese pasaporte y el panorama no pintaba bien. Fui al Saime a pedir ayuda, luego de una cola de mediodía y conversar con un funcionario que sufría de un síndrome grave de “desconocimiento” no conseguí  nada. Fui al consulado de México y me dijeron que era imposible viajar así.

Debía aplazar el viaje, debía pagar más por ello. No vería a mi amiga ni cumpliría mi sueño de conocer el museo Frida Kahlo ni las pirámides de Teotihuacan. Sin embargo, escuché a mi jefa “ya tienes los pasajes, tu pasaporte está vigente, aventúrate y realiza tu viaje”.

Tome mis maletas y me fui. No me dijeron nada en migración de Venezuela, cuando hice escala en Colombia me ignoraron y me dieron la bienvenida al llegar a México.

 Los libros que jamás se publicaron

Nuestro país tuvo el agrado de recibir dos grandes del periodismo narrativo: Leila Guerriero (Argentina) y  Alberto Salcedo Ramos (Colombia). Ellos brindaron al público venezolano sus  experiencias como escritores, hicieron aportes importantes y llenaron de estimulo a todos los que estamos apasionados por el arte de escribir.

Cuando los asistentes tuvieron el derecho a tomar la palabra, las preguntas giraron en torno a cómo se podía surgir como periodista en un clima de tanta incertidumbre, cuando el papel escaseaba y los medios impresos estaban en peligro.

Ambos cronistas coincidieron,  al decir que los periodistas venezolanos no debían dejarse amedrentar por la falta de soportes para ejercer el periodismo, ya que siempre surgen nuevas alternativas para desplegar la verdad a través de las letras.

 Que gane el quiero, la guerra del puedo

Joaquin Sabina Foto Juan Camargo. Via Wikipedia.

Que gane el quiero, la guerra del puedo. Foto Juan Camargo. Via Wikipedia.

Citando a Joaquín Sabina en su canción Noches de Boda, insistamos para “que gane el quiero, en la guerra del puedo”. Están claras las adversidades por las que pasa nuestro país, hay cosas que parecen imposibles de lograr, en muchos casos nos dejamos llevar por las historias de nuestros allegados y nos detenemos ante aquello que deseamos hacer por miedo a no lograrlo.

En el camino también conseguiremos muchas personas alienadas de la tara de la negatividad, no se puede, es imposible, eso es peligroso, no, no, no. Vale la pena tomarse el tiempo de estudiar cuanto ha logrado esa persona ante tanta negatividad, para saber que no conoce realmente, de primera mano, cuales son las posibilidades de conseguir lo que se desea. Si nunca lo intentaron, cómo pueden saber que esta fuera de su alcance.

Es cuando recuerdo a mi madre diciéndome “no te mueras antes que te llegue la hora”. Debemos intentarlo todo antes de rendirnos. Más vale haberlo hecho todo antes de fracasar y no quedarnos con la duda de qué hubiese pasado.

Que tu querer sea mayor a la posibilidad de lograr lo que deseas.

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